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Cuatro décadas de extracción de cemento en Cirebon erosionan el derecho al agua de los ciudadanos

En Cirebon, Indonesia, décadas de extracción de cemento en el pueblo de Cikeusal han provocado una grave escasez de agua.
La expansión de PT Indocement ha degradado los medios de vida locales y alterado el equilibrio ecológico, además de obligar a la población a racionar los escasos suministros de agua, desplazar a las comunidades y secar los manantiales, antes abundantes. A pesar del reconocimiento legal del agua como un derecho humano, el gobierno no ha intervenido, permitiendo que los intereses corporativos erosionen los recursos públicos para obtener ganancias.

El agua es un elemento esencial para la humanidad. Solo podemos sobrevivir sin agua hasta tres días, mientras que sin comida podemos vivir hasta siete días. El hecho de que el 70 por ciento de la Tierra esté cubierta de agua es una señal concreta de que nunca podremos separarnos de ella. Necesitamos agua para beber, para cocinar y para la higiene personal (baño-lavado-uso sanitario, abreviado localmente como MCK). También la producción agrícola depende del riego.

En ese caso, ¿qué ocurriría si dejasen de existir las fuentes de agua que sustentan toda la vida? ¿Qué ocurriría si, en lugar de preservar las fuentes de agua, la industria las destruyese y eliminase? Indirectamente, eso garantizaría el fin de las vidas locales, con toda seguridad.

Esto ocurrió en el pueblo de Cikeusal. Sus habitantes enfrentan una crisis hídrica debido a la explotación minera de creta, la cual no es reciente, sino que data de cuatro décadas. El sonido de la corriente de los ríos durante el caluroso verano se ha convertido en un recuerdo lejano. Cuando estuve allí durante una semana, solo había agua durante tres horas al día, lo que ciertamente no era suficiente para satisfacer las apremiantes necesidades domésticas de la población local.

La minería popular de creta

El pueblo de Cikeusal consta de cuatro subaldeas: Desa, Karang Baru, Kedung Kijeng y Telar Gaga. Cikeusal es una localidad en medio de la cordillera de Kromong, que se extiende a lo largo del sur de Cirebon. Estas montañas rocosas se alzan a gran altura y albergan las mayores reservas de karst de Indonesia.

Al principio, la gente pensaba que estos recursos eran una bendición. Aprovechaban la creta para su subsistencia. Sutrisno (2007) menciona que la minería popular, una industria a pequeña escala, existe desde el 1700. Transportaban piedras naturales y creta en trenes de caña de azúcar hasta los hornos o talleres de piedra que se extendían por los subdistritos de Palimanan y Gempol.

Hisyam, un residente de Desa de 70 años, me comentó que la minería popular era la actividad de subsistencia principal durante la década de 1980. Él también depende de la creta para vivir. Hisyam se ha dedicado a la minería desde que era adolescente en una de las montañas Kromong, el monte Curi. Su paga era de 30 mil rupias por cada carga de camioneta. Como llegaba a cargar tres veces por día, Hisyam podía ganar hasta 90 mil rupias, una cantidad considerable para aquel entonces. A pesar de esto, él y otras personas de Cikeusal extraían minerales solo como medio de subsistencia, no para acumular riqueza.

En 1985, cuando la compañía PT Indocement Tridaya Manunggal (de aquí en adelante Indocement) comenzó a operar, la minería popular empezó a verse marginada. Indocement obtuvo una concesión de tierras de 480 hectáreas: el área donde el pueblo trabajaba su minería. La población local solo recibió un remanente de 21 hectáreas fuera del área de concesión. Este pequeño espacio solo ofrecía una magra cantidad de creta, la cual se agotó pasados unos años de extracción.

Al final, debieron buscar nuevos medios de vida. Como dijo Hisyam: “En aquel entonces, mucha gente acabó marchándose, incluso fui a Yakarta a buscar trabajo”. 

Además del problema de los ingresos, Indocement se convirtió en el símbolo de una nueva ola de expansión capitalista que procedió a marginar a la población. El desplazamiento a la fuerza los privó de la fuente de vida: los manantiales.

El desplazamiento de las subaldeas y la desaparición de los manantiales

El yacimiento del monte Curi, explotado desde 1985, no pudo satisfacer la demanda de la industria del cemento. Como es sabido, el capitalismo siempre buscará nuevas tierras para explotar al máximo. Esto aplica para el caso de Indocement, que comenzó a expandirse a las áreas pobladas. En 1993, la población de Pesantren, situada muy cerca de una zona minera, fue la primera víctima.

El proceso de desplazamiento ha generado problemas. Ruminah, de 65 años, es una víctima de ello. Ella me explicó que la gente se vio presionada hasta el punto de no tener más opción que abandonar las aldeas en donde nacieron. También agregó que la gente desplazada, no ha recibido en su totalidad el dinero prometido por Indocement a modo de compensación.

Según Arsyadi, de 76 años, la gente de la subaldea de Pesantren tenía tres manantiales en la zona: Cidadap, Cicariu y Kalengronggong. El desplazamiento continuó afectando estas fuentes de agua, causando que los manantiales dejaran de fluir, e incluso algunos han desaparecido por completo. Cuando intenté investigar, lo único que quedaba eran las huellas de camiones de basura y de excavadoras cubiertas de polvo de creta blanca. “Aquí solían estar los manantiales; ahora han desaparecido”, dijo Arsyadi mientras señalaba el suelo convertido en caminos para la maquinaria minera. “Lo mismo ocurre con el manantial debajo de esos árboles cuyo lecho se ha reducido. La gente solía bañarse allí”, añadió, como si el recuerdo del agua corriendo aún estuviese fresco en su mente.

Los manantiales deberían ser un derecho de toda la ciudadanía. Las fuentes de agua deberían haber sido preservadas y de propiedad colectiva para poder ser utilizadas en beneficio de los intereses comunitarios, en lugar de ser privatizadas o erosionadas lentamente. En efecto, Indocement solo contemplaba a los manantiales y a las tierras de la gente como un negocio.

Esta es la historia de cómo opera el capitalismo en un territorio. El capitalismo solo percibe las tierras como mercancía. La acumulación debe continuar para que el capital pueda seguir desplazándose y creciendo. No obstante, los recursos eventualmente se agotarán. Por lo cual, el capitalismo debe encontrar nuevos recursos que explotar y así recurre a la privatización de los bienes públicos, eliminando la propiedad pública. Harvey (2017) denomina esto acumulación por desposesión. La concesión de 480 hectáreas a Indocement, la cual marginó a la minería popular y desplazó a la subaldea de Pesantren, se convirtió en un arquetipo de acumulación por desposesión.

Esto se perpetúa con el fin de obtener ganancias. Una clara muestra de que la acumulación originaria no pertenece solo a la etapa temprana del capitalismo, sino que continúa expandiéndose.

Fractura metabólica en la industria de la creta

El agua ocupa un lugar especial para la aldea de Cikeusal. ¿Cómo podría no hacerlo? El mismo pueblo fue testigo de cómo los ríos iban menguando lentamente y los manantiales cabecera de los arroyos se secaban, desapareciendo por completo.

La gente enfrenta ahora una prolongada crisis hídrica. Ruminah nos explicó que ahora quedan solo dos manantiales —Cikadoya y Cihanuet— en contraste con los seis que solían existir.

Cuando llegué al manantial Cikadoya, a 1,5 kilómetros del área de asentamiento, el agua no tenía un flujo potente. El agua se transportaba por tuberías hasta un gran depósito situado fuera del ayuntamiento. Posteriormente, el agua se distribuía a ocho pequeños tanques en cada barrio. Había un total de ocho tuberías de una pulgada dirigidas alternativamente a los ocho pequeños depósitos cada tres horas. Por lo tanto, un vecindario con su propio tanque recibía su cuota del caudal de agua solo una vez al día, durante tres horas.

En realidad, las dos fuentes de agua no logran satisfacer las necesidades diarias de la población. El suministro de agua de tres horas al día no es suficiente para satisfacer las necesidades domésticas de la gente. Varias personas incluso compraban agua de la subaldea de Palimanan a 70 mil rupias por metro cúbico, un precio inaccesible. Quienes no podían costearlo debían apañárselas para obtener agua del magro caudal de su manantial.

Urip, de 56 años, nos narró lo terrible que era la crisis hídrica que afectaba a Cikeusal, ya que antes contaban con un abundante manantial de fácil acceso. La situación empeora durante la estación seca, un indicador de la sequía. El ya escaso nivel de agua continúa disminuyendo. “Cuando llega la estación seca, uno sale por la noche y ve a las mujeres haciendo fila para obtener agua del tanque con cubos y bidones de combustible. Esto es una muestra del impacto ambiental causado por Indocement”, afirmó.

Al final, la destrucción de los manantiales, agravada cada año, se convirtió en un costoso precio a pagar por la expansión del capital de la industria minera y sus operaciones extractivas excesivas, sin mencionar los efectos a largo plazo que todo esto conlleva. Este fenómeno muestra una ruptura en la relación metabólica entre la naturaleza y la humanidad creada a través de la producción y el consumo. Foster (2000) se refiere a este proceso como fractura metabólica, un proceso metabólico entre la naturaleza y la humanidad que se ha interrumpido debido a la explotación de los recursos naturales sin tener en cuenta el equilibrio ecológico.

Indocement no ha hecho ningún esfuerzo concreto para compensar el daño. En el informe anual de 2023, Indocement se comprometió a preservar las zonas mineras que ya no utiliza. No obstante, se trataba de una promesa falsa o, como dijo Urip, “Fue simplemente un engaño”. Después de todo, no es posible reparar las crisis ecológicas con dinero.

Un intento de preservar el agua

La agobiante crisis ha obligado a la población a preservar al máximo los manantiales que quedan. Es posible que esas dos fuentes de agua se conviertan en el próximo objetivo de la expansión de Indocement. Por ello, los lugareños designaron a una persona encargada de mantener el agua y garantizar que la provisión fluya a las casas. La gente se refiere a él como “el alcalde del agua”. El cargo actualmente lo ocupa Misnan.

El alcalde es el principal responsable de la distribución de agua en Cikeusal.

Cada tres horas, el alcalde debe guiar el caudal de la tubería principal a las diferentes tuberías de cada uno de los ocho barrios. Se le exige que trate a todos equitativamente. Aunque no es raro que surjan conflictos entre vecinos debido a la distribución injusta que beneficia a determinados barrios.

Cada vez que ocurre un problema en el manantial aguas arriba, él lo soluciona, lo cual requiere una caminata de hasta tres kilómetros y escalar la montaña Suminta.

Con frecuencia hay obstrucciones en el flujo de agua o tuberías desconectadas.

La caminata hasta el manantial no es una tarea fácil. Yo mismo lo he intentado, pero la dificultad aumenta sin un guía local.

El alcalde es una pequeña parte de la compleja relación social entre la aldea de Cikeusal y el agua, ya que los esfuerzos para conservar el agua que sigue erosionándose y desapareciendo como resultado de la industria extractiva continúan. En lugar de percibir los recursos hídricos como un objeto de mayor explotación, la gente prefiere preservarlos. Veo a la figura del alcalde como una representación de la compleja relación que Liao y Schmidt (2023) denominan ciclo hidrosocial. Según ellos, el agua no es un objeto inanimado que no merece lugar en las relaciones sociales. Al contrario, tiene su propio rol que es dar forma a un ciclo social dentro de la sociedad.

Cientos de hogares dependen de ello. Ruminah, quien nos ofreció su casa en Cikeusal donde vivimos una semana, dijo que las tres horas diarias de suministro de agua eran preciadas, al menos para sustentar la vida hasta el día siguiente.

El alcalde no es un estatus social, sino una obligación moral. Cuando me reuní con Misnan, me comentó que le pagaban 300 mil rupias al mes, aunque eso no era un problema para él. “Nunca esperé un salario alto, ya que esta es una labor para ayudar a la gente. No importa, al menos puedo seguir fumando cigarrillos”.

Reforzar los derechos de los pueblos al agua

No debe permitirse que el agua sea monopolizada por grupos específicos, mucho menos que sea agotada. Los recursos hídricos deben utilizarse siempre en beneficio de la ciudadanía. En el área de los derechos humanos, esto está en consonancia con la Resolución 64/292 de las Naciones Unidas, que reconoce al agua como parte vital de la vida humana y un derecho universal no negociable.

El reconocimiento del derecho al agua como parte integral de los derechos humanos se encuentra en la Observación General N.º 15 (2002) sobre el derecho al agua publicada por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CDESC). Normativamente, el derecho al agua ya ha sido reconocido universalmente por este país, más aún desde que el CDESC lo ratificó a través de la Ley del Gobierno de Indonesia N.º 11 de 2005 sobre la Legalización del CDESC. En consecuencia, es obligación del país participar de manera activa en el cumplimiento de dichos derechos. Las imágenes tomadas en Cikeusal ofrecen una muestra del incumplimiento de los derechos de las personas en los pueblos. En lugar de reconocer esos derechos y participar activamente para su cumplimiento, el gobierno permitió que la industria minera operara por cinco décadas. Este acto puede reconocerse como una práctica neoliberal que disminuye el rol de los países en el cumplimiento de los derechos de su ciudadanía. Moyn (2014) menciona que la estructura económica neoliberal de hecho obliga a los países a ignorar sus compromisos respecto a los derechos ciudadanos reconocidos en el CDESC.

Con Cikeusal como ejemplo, podemos ver cómo tales derechos se pierden frente al capitalismo. Todo se marginaliza para mover el circuito del capital que beneficia a grupos específicos.

Los datos de campo incluyen la entrevista realizada durante el evento “Ecological Research School” organizado por el Instituto Salam del 20 al 31 de julio de 2024. El informe preliminar organizado por el autor titulado “The Mayor Surrounded by Mining Contraptions” se difundió al público el 24 de noviembre de 2024.

Muhammad Nabil Gunawan es estudiante del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Semarang (Unnes) y activista del Capítulo Unnes de Amnistía Internacional.

Available in
EnglishSpanishPortuguese (Brazil)Italian (Standard)FrenchArabic
Author
Muhammad Nabil Gunawan
Translators
Dante Reimondi, Jimena Glasman and ProZ Pro Bono
Date
04.03.2025
Source
IndoPROGRESSOriginal article🔗
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