Socialism

“Donde acecha el peligro…”: La alternativa comunal en Venezuela

Chris Gilbert explora los aspectos ecológicos del proyecto venezolano de socialismo comunal, una solución radical e integral al metabolismo social destructivo y alienado del capitalismo.
La necesidad de superar la escasez mediante soluciones comunitarias, en lugar de soluciones basadas en el crecimiento, se impuso inicialmente a lxs venezolanxs debido a la grave escasez provocada por el cruel bloqueo estadounidense. El bloqueo planteó una cuestión urgente, de vida o muerte, a la población del país: ¿Cómo se podía hacer más con menos cuando el crecimiento económico era sencillamente imposible debido a las sanciones y a la crisis concomitante? Esto solo podía hacerse redescubriendo otra concepción alternativa de la abundancia, es decir, cambiando las reglas del juego por las que se regían.

Este artículo se publicó originalmente en Monthly Review.

En 2009, el mismo año en que lanzó el proyecto comunal en Venezuela, Hugo Chávez asistió a la Cumbre del Clima COP15 en Copenhague. Allí habló brillantemente, bromeando con que si el clima fuera un banco, ya habría sido rescatado. Con un guiño a Karl Marx y Frederick Engels, Chávez argumentó que había un "espectro" rondando la conferencia y era el "capitalismo". También mencionó que una de las mejores consignas que había escuchado en las protestas callejeras que tenían lugar en torno al evento era "¡No cambies el clima, cambia el sistema!". En su discurso, que fue bien recibido por activistas de todo el mundo, Chávez nunca mencionó el nuevo proyecto de construcción del socialismo con la comuna como "célula básica" puesto en marcha ese verano, pero lo cierto es que el proyecto de socialismo comunal que estaba surgiendo en Venezuela en ese momento es precisamente el tipo de cambio de sistema que podría salvar el clima y el Sistema Tierra en general.1 Siguiendo esta línea de pensamiento, este ensayo examina algunos de los aspectos ecológicos del proyecto de socialismo comunal de Venezuela, así como su relación con la heredada economía extractiva del país.

Para enmarcar la promesa ecológica del proyecto comunal venezolano, es útil considerar algunas de sus características principales y contrastarlas con el sistema capitalista. Las comunas del país son muy variadas, en parte porque, como expresiones de la democracia política y económica de base, se han desarrollado siguiendo líneas diversas según sus contextos geográficos y sociales. Sin embargo, una característica consistente y decisiva de todas las comunas de Venezuela —que forma parte tanto del marco legal como de la realidad local— es que implican la devolución del control de la producción a lxs productorxs directxs, cuya organización responsable de los procesos productivos sustituye al dominio del sistema capitalista de relaciones de valor abstractas que alienan a lxs trabajadorxs tanto de sus propias actividades como de su entorno material y social. Desde una perspectiva ecológica, esta transformación es clave, ya que en contextos comunales centrados en la mano de obra no alienada, los métodos y objetivos de producción pueden ser ordenados racionalmente de manera armoniosa con los procesos, ciclos y límites naturales, en contraste con la inexorable lógica de acumulación del capitalismo. A menudo, la producción comunal en Venezuela puede llegar a ser más sostenible si se la guía según las cosmovisiones no productivistas de las sociedades indígenas de la región.

Una segunda característica importante de las comunas venezolanas tiene que ver con cómo la socialidad conscientemente organizada  que se desarrolla en ellas no solo involucra a lxs comunerxs como productorxs, en el sentido estricto de ese término. Esto se debe a que las comunas del país generan situaciones en las que, libres de la ley del valor y del régimen de trabajo asalariado, se puede abolir la distinción jerárquica del capitalismo entre las actividades "productivas" generadoras de valor y toda la gama de trabajo reproductivo. Esto no solo apunta en la dirección de un metabolismo social no patriarcal y más equitativo, sino que también es un paso hacia una mayor sostenibilidad, ya que los contextos comunales en los que el valor económico ya no es el objetivo son espacios en los que se puede dar una importancia renovada a las actividades reproductivas orientadas al cuidado, que en sí mismas son muy valiosas, pero que requieren más trabajo que material y, por lo tanto, tienen una menor huella medioambiental.

Una tercera característica relevante de las comunas es cómo funcionan para reconectar la producción y el consumo. La fractura entre producción y consumo que abrió el capitalismo ha sido clave para su productividad y expansividad sin precedentes. Esto ocurrió porque el capitalismo automatizó enormes franjas de la actividad productiva, separándolas de las limitadas comunidades a las que estaban vinculadas, atándolas en su lugar a un perpetuum mobile de valor en constante expansión. El salto en la productividad, basado en esta separación de las necesidades que perseguirían lxs consumidorxs con capacidad de decisión propia, fue en su día fuente de maravilla y asombro, pero ahora está poniendo en peligro las bases planetarias de la vida humana a través de su insensata producción de valores de cambio impulsada por el beneficio. Frente a esta problemática lógica de separación, las comunas del país reúnen a personas que son a la vez productoras (ya sea de vida humana o de bienes materiales) y consumidoras en situaciones en las que pueden plantearse y responder conjuntamente a preguntas como: ¿Qué actividades valoramos? ¿Qué productos y servicios necesitamos realmente? ¿Qué cantidad? ¿Y con qué repercusiones en nuestras vidas y en el medio ambiente? La resolución racional y democrática de estas cuestiones por parte de las comunidades de productorxs-consumidorxs resulta excluida por el dominio irreflexivo y antidemocrático del capital.

Comunidades al mando

Los principales rasgos de este incipiente sistema pueden verse operando en comunas venezolanas como la Comuna El Panal en Caracas, que produce pescado y cerdo para su comunidad, o la Comuna El Maizal en el estado Lara, que hace otro tanto con la producción de maíz y ganado. Las nuevas relaciones sociales en tales contextos significan que los procesos laborales de lxs comunerxs y las actividades de la vida en general están bajo el autogobierno de la comunidad, siendo los primeros controlados y guiados desde el principio, sin estar dominados por lxs propietarixs capitalistas ni regulados después por la retroalimentación del mercado. Este tipo alternativo de control y regulación se da en las comunas porque la gente se reúne allí para decidir democráticamente qué producir y cómo, según criterios establecidos por ellxs mismxs. Existen varios marcos para establecer este tipo de control de base. Por un lado, se celebran asambleas mensuales de todxs lxs parlamentarixs comunales, que se eligen por parejas de entre los consejos comunales —entre diez y veinte— que componen una determinada comuna. Aquí es donde se toman las decisiones más amplias y generales de la comuna. Por otra parte, hay reuniones más reducidas de comisiones específicas, como fFinanzas, eEconomía y aAlimentación, que se reúnen con mayor frecuencia.

El resultado de esta institucionalidad democrática de base es un cambio profundo y sustancial en la forma de emprender y llevar a cabo la producción en dichas comunidades. Si las leyes comunales indican que los principales medios de producción de una comuna deben ser de "propiedad social", este tipo de propiedad social es un concepto muy distinto de la versión soviética dirigida por el estado, cuyo "carácter social" resultó ser algo tan abstracto que se alejó de lxs trabajadorxs y a menudo dio lugar a una producción irracional y al despilfarro.2 Por el contrario, la propiedad social en los contextos comunales de Venezuela es concreta en el sentido de que son lxs comunerxs quienes controlan directamente los medios productivos, decidiendo cómo utilizarlos, qué hacer con el producto y qué hacer con los excedentes. Además, en lugar de recurrir a una planificación impuesta desde arriba para coordinar la producción y el consumo, esta coordinación se produce ahora desde abajo, porque lxs consumidorxs son miembros de la comunidad participante, a la vez que son quienes producen o están relacionadxs con ellxs.

La superación de la doble fractura capitalista entre producción y reproducción y producción y consumo en este tipo de contexto social holístico, y con ello la liberación del trabajo "productivo" del engranaje de generación de valor continua, tiene consecuencias impresionantes en las comunas de Venezuela, aunque forme parte de un proceso en curso que aún está dando sus primeros pasos y que todavía está condicionado en cierta medida por la economía capitalista circundante. En las decenas de comunas obreras del país, el proceso ya ha demostrado su capacidad para abrir un terreno fértil al desarrollo humano integral, centrado en el libre intercambio de actividades que sustentan la vida y en un trabajo más creativo y placentero, en lugar de un crecimiento sin sentido. En las comunas que he visitado, se percibe la dignidad y el poder que otorgan a la gente corriente, cuyas vidas son ahora en gran medida el fin de su propia actividad productiva, no el medio para una ajena. El nuevo tipo de producción de base controlada socialmente en las comunas de Venezuela puede expresarse con un eslogan maoísta: "La política" —si eso significa los objetivos racionales de los seres humanos valorados por igual, y no el beneficio y el crecimiento— "está al mando."3.

El elefante imperialista

A pesar del prometedor modelo de emancipación social y sostenibilidad que ofrece este nuevo modo de organización, las comunas socialistas representan actualmente solo una fracción de la economía venezolana. Una parte mucho mayor —y el elefante en la habitación para cualquier debate sobre la relación del país con una transición ecológica— es la extracción de petróleo. El petróleo ha sido fundamental para la economía de Venezuela durante más de un siglo, y ha representado la principal exportación del país desde 1926.4 Sin embargo, cualquier enfoque de la cuestión extractiva que ignore el papel del capitalismo imperialista en el impulso y la determinación del uso del petróleo y otros recursos no solo es erróneo desde el punto de vista analítico, sino que también es deficiente como guía para la acción. Como señala Andreas Malm, la economía global de los combustibles fósiles, por mucho que ahora afecte a casi todo el aparato productivo e incorpore a una amplia gama de personas y a sus estilos de vida debido a sus efectos generales, debe entenderse como una economía en la que algunxs organizan la extracción de combustibles fósiles en beneficio de otrxs (normalmente de lxs mismxs).5 Es decir, el uso de combustibles fósiles no es el resultado de una misteriosa agencia subterránea, ni debe verse como una "maldición de los recursos" equitativamente compartida.6 De hecho, las economías dependientes del petróleo han sido impuestas en gran medida, tanto al pueblo venezolano como a la mayoría de la población mundial, por la élite social que gobierna el sistema global.

Por eso, las luchas y movilizaciones de masas venezolanas para establecer el control nacional y popular de la industria petrolera, llevadas a cabo durante los primeros años del proceso bolivariano, no solo fueron esfuerzos importantes en términos de justicia social, sino también sentaron las bases para una posible reconversión medioambiental. Debido a que la extracción de petróleo es un proyecto imperialista impulsado por clases poderosas, un grupo subalterno que lucha contra el poder de los monopolios petroleros y sus estados aliados está dando un paso importante en un sentido ecológico, contribuyendo a romper el dominio transnacional y concentrado. Un grupo que lucha contra esos bloques de poder está sin duda haciendo más por preservar el medio ambiente natural que lxs adineradxs compradorxs de coches eléctricos y otros costosos productos ecológicos del Norte Global, que refuerzan el dominio imperialista monopolista con sus compras virtuosas. Esto es cierto incluso cuando, en una paradoja no difícil de entender, estxs últimxs suelen tener las "manos limpias", mientras que grupos marginales, como las guerrillas del delta del Níger, podrían tener sus manos "sucias" por prácticas poco ecológicas como el bunkering de petróleo y la piratería. Lo mismo podría decirse de un movimiento de masas en un país dependiente como Venezuela, que se ensució las manos cuando pasó a controlar de forma soberana la extracción de combustibles fósiles. El golpe al imperialismo que ha supuesto el proceso bolivariano, al romper parcialmente con la dominación transnacional de la producción de combustibles fósiles, es un paso potencialmente poderoso (aunque insuficiente) para abordar la crisis medioambiental y abolir el uso de combustibles fósiles, en la medida en que golpea al sistema imperialista-capitalista que se sustenta e impulsa el uso de dichos combustibles.7

La situación de Venezuela, como país productor de petróleo cuyo objetivo socialista implica necesariamente un enfoque racional y sostenible de la producción y de la vida incompatible con el uso de combustibles fósiles, está plagada de escollos e ironías, aunque muchas de estas ironías sean simplemente un reflejo sintetizado de la transición socialista en cualquier parte del mundo. Todas las transiciones hacia nuevas formas de organización social son esencialmente operaciones de aprendizaje; son procesos de construcción de lo nuevo a partir de lo viejo. Por esta razón, István Mészáros, influencia clave en la revolución venezolana, comparó la transición socialista con el complejo proceso de reconstruir una casa desde adentro, basándose en el ejemplo de la casa de la familia Goethe en Frankfurt.8 En el contexto de las comunas venezolanas, la población es plenamente consciente de estas contradicciones y ha desarrollado un discurso para abordarlas. Suelen llamar "PDVSA" al pilar económico de una comuna, ya sea el cultivo de maíz, la cría de ganado o el cultivo de caña de azúcar, y quieren que los excedentes de estos proyectos financien la diversificación de la producción. Dado que las siglas PDVSA hacen referencia a la empresa petrolera nacional (Petróleos de Venezuela), esta figura retórica refleja la conciencia popular de la necesidad de transformar la producción del país y conectarla con las necesidades reales, determinadas localmente. En el contexto de la política estatal venezolana, a este tipo de proceso se le conoce desde hace mucho tiempo como "sembrando petróleo", según una expresión inventada por Arturo Uslar Pietri,  intelectual del siglo XX.

En una de las comunas que he investigado, la Comuna Cinco Fortalezas en Cumanacoa, las mujeres que dirigen el proyecto quieren utilizar los excedentes económicos derivados del cultivo de caña de azúcar de su zona para fomentar la piscicultura y el cultivo de maní.9 Lxs colonialistas impusieron aquí el monocultivo de azúcar a través de sistemas de plantación que iban de la mano con formas racistas de dominación laboral, al igual que el imperialismo insertó la extracción de petróleo en enclaves antinacionales y antidemocráticos de trabajo asalariado. Dominando a la población dentro del país a través de relaciones sociales explotadoras y coercitivas, ambos tipos de actividad económica impuestos estaban también orientados hacia el exterior, lejos de las necesidades endógenas autodeterminadas de la población. Los vínculos de dependencia con el exterior garantizaban que tales proyectos estuvieran esencialmente orientados a generar alimentos y combustible baratos, necesarios para las economías de los países imperialistas. Por el contrario, a medida que lxs comunerxs de Cinco Fortalezas intentan salir de estas formas de producción impuestas, y transformar así el aparato productivo heredado, también están construyendo las relaciones sociales y comunitarias —esencialmente de base y democráticas— que podrían sostener y apoyar tipos de producción acordes con los valores de uso que realmente necesita la población local.

La abundancia en un país bloqueado

En Cinco Fortalezas y otras comunas venezolanas, las relaciones comunitarias sirven para promover formas de producción cualitativamente pertinentes, pero también pueden ser claves para garantizar cantidades suficientes en una modalidad ambientalmente sostenible. Esto se debe a que el modelo comunitario nos permite enfrentar la lógica de la atomización que cala hondo en nuestras sociedades, llevándonos a subvalorar lo compartido, lo público o lo común —ya sea software, escuelas o bibliotecas— y haciéndonos creer que solo una mayor cantidad de bienes puede garantizar que haya suficiente para todos. En la frase inicial de El Capital, Marx describe cómo la riqueza en una sociedad capitalista se manifiesta como "una inmensa acumulación de mercancías ".10 Si seguimos la lógica de atomización social del capital, parecería que en nuestro tiempo, a pesar de los riesgos medioambientales, ¡ninguna acumulación de mercancías podría ser lo suficientemente grande! Sin embargo, contrariamente a lo que se nos ha dicho, el hecho que la población se reúna en organizaciones populares y en torno a la propiedad común es en realidad la clave para resolver la mayoría de los problemas económicos y medioambientales, incluido el de garantizar una abundancia material sostenible. En Venezuela, la necesidad de superar la escasez de una manera innovadora, no capitalista y no basada en el crecimiento se ha manifestado en términos existenciales en los últimos años.

La necesidad de superar la escasez mediante soluciones comunitarias, en lugar de soluciones basadas en el crecimiento, se impuso inicialmente a lxs venezolanxs por la grave escasez creada por el cruel bloqueo estadounidense. El bloqueo planteó una cuestión urgente, de vida o muerte, a todo el país: ¿Cómo se podía hacer más con menos cuando el crecimiento económico era sencillamente imposible debido a las sanciones y a la crisis concomitante? Esto solo podía lograrse redescubriendo otra concepción alternativa de la abundancia, es decir, cambiando las reglas del juego por las que se regía la vida. La verdad es que, contrariamente a la creencia popular, el capitalismo en realidad genera escasez para la gran mayoría, a través de su lógica de privatización y expropiación.11 El capitalismo necesita que la mayoría sea desposeída de los medios para reproducir integralmente sus vidas, y lo ha hecho sistemáticamente expropiando a las comunidades de sus bienes comunes. Eso significa que el camino para recuperar una forma democrática y sostenible de abundancia no es otro que invertir la lógica fundacional del capitalismo de "expropiación originaria" (o "la llamada acumulación primitiva"), que era y es en gran medida una cuestión de expropiación de los bienes comunes.12

Una inversión agresiva de la lógica de expropiación privada del capital es exactamente lo que se hizo en Venezuela a mediados de la década 2010, cuando comenzaron las sanciones. También fue entonces cuando tuvo lugar la oleada más enérgica de construcción y expansión de comunas. Es cierto que la matriz para crear comunas se había desarrollado hacía algunos años, cuando Chávez anunció en la televisión nacional que las comunas eran "los espacios donde nacería el socialismo ".13 Sin embargo, a pesar de los deseos de Chávez de poner en marcha el proyecto de inmediato, la propuesta comunal en realidad solo tomó vuelo precisamente durante lo peor de la crisis, que se desarrolló a mediados de la década siguiente, mucho después de su muerte. Fue la peor de las épocas en la mayoría de los aspectos —el adulto medio perdió veintidós libras, escasearon las medicinas y mucha gente se vio obligada a emigrar—, pero fue una de las mejores épocas para la organización comunal. Ahora, el lema de Chávez, "¡Comuna o nada!" adquirió un significado muy literal, ya que la mayoría de lxs habitantes del país nos enfrentábamos a la disyuntiva de hacer las cosas en común o no tener nada.

El estímulo por la necesidad combinado con la búsqueda consciente de nuevas formas de abundancia basadas en la solidaridad y en compartir llevó a que las comunas socialistas surgieran o se expandieran por todo el país. Fue la época en que lxs comunerxs de la Comuna El Maizal, en el Estado Lara, comenzaron a incautar y poner bajo régimen de propiedad común las tierras ociosas e improductivas de su territorio. Fue el momento en que la Comuna Che Guevara, en la región de las estribaciones andinas del Sur del Lago, reunió a la población en torno a una cooperativa de cultivo de café que había estado hibernando durante casi una década, y utilizó los ingresos del procesamiento del café para ayudar a la gente a satisfacer las necesidades para la reproducción social, a veces incluso sin la mediación del dinero. Fue la época en que se reactivó la memoria colectiva de las comunidades cimarronas afrovenezolanas e indígenas llamadas cumbes y sus prácticas de vida comunal en un par de comunas del estado Yarucuy llamadas Hugo Chávez y Alí Primera. Asimismo, la Comuna El Panal, en Caracas, se declaró en "Año Cero" en respuesta a la crisis y comenzó a organizar a la población en un contexto urbano en torno a prácticas de ayuda mutua y medios de producción controlados comunitariamente.14

El Plan “Pueblo a Pueblo”

Los ejemplos originales de Marx de lo que en la ecología marxista se conoce ahora ampliamente como la "ruptura metabólica" se centraban en cómo el metabolismo social del capital introduce una división entre la ciudad y el campo que altera el metabolismo natural del ciclo de nutrientes, puesto que los residuos de lxs habitantes de las ciudades ya no sirven como fertilizante en las zonas rurales donde se producen los cultivos.15 Sin embargo, más allá del ciclo de nutrientes, la antítesis ciudad-campo del capitalismo coincide con una ruptura general introducida por su metabolismo social alienado entre consumidorxs y productorxs, que genera toda una serie de impactos indeseables tanto en los cuerpos humanos como en la naturaleza no humana. Hemos visto cómo en Venezuela, las comunas particulares han trabajado para superar esta ruptura mediante el desarrollo de un metabolismo social autogestionado y, por tanto, no alienado, que permite orientar la producción hacia las necesidades reales de la comunidad, necesidades que pueden reducirse mediante prácticas de "comunalidad". Sin embargo, más allá de la esfera de la comuna particular, en Venezuela también existen esfuerzos por superar este tipo de fractura que operan a una escala geográfica mayor, intentando trascender la desconexión urbano-rural mediante el establecimiento de relaciones no capitalistas entre lxs productorxs rurales y lxs consumidorxs de la ciudad.

La mayoría de las veces, este tipo de esfuerzo se ha concebido como el proyecto de construir "rutas" de distribución entre comunas y comunidades. Ha habido numerosos intentos en este sentido, incluidos los planes de gran alcance de la Unión Comunera, que se fundó el año pasado como un "instrumento de coordinación" autoorganizado para las diversas comunas del país. Sin embargo, el proyecto más ambicioso y consolidado de esta naturaleza es el Plan Pueblo a Pueblo, que funciona independientemente de la Unión Comunera. Fundado en 2015, el Plan Pueblo a Pueblo tiene como objetivo central organizar y conectar a lxs productorxs rurales con lxs consumidorxs urbanxs sin la intermediación de comerciantes capitalistas. Para ello, Pueblo a Pueblo opera con lo que denomina una metodología de "escalera de doble participación", como forma de coordinar ambos lados de la ecuación producción-consumo que el capitalismo ha roto. Es decir, el proyecto trata de educar y organizar a lxs consumidorxs urbanxs —sobre todo ayudándoles en procesos de autoorganización— y procura organizar a lxs pequeñxs productorxs rurales, ayudándoles en la planificación y la distribución. La representación gráfica de la metodología del proyecto (Gráfico 1) muestra cómo, en lugar de que la producción y el consumo funcionen como dos esferas relativamente autónomas que solo se unen a posteriori a través del mercado, pueden coordinarse desde el principio a partir de las bases. Esto se hace mediante procesos sincronizados que implican análisis, ensamblajes y planificación, que el diagrama representa como peldaños paralelos de una escala ascendente de dos partes.16

El proyecto del Plan Pueblo a Pueblo tiene una clara dimensión anticapitalista ya que, en la formación socioeconómica de Venezuela —característica del Sur Global— son lxs intermediarixs quienes típicamente subordinan los intercambios entre sus pequeñxs productorxs rurales y sus consumidorxs urbanxs a una dinámica capitalista. Es decir, la mayoría de lxs pequeñxs productorxs rurales con lxs que trabaja la organización tienen un horizonte de funcionamiento basado simplemente en la reproducción de la vida familiar y comunitaria. (De hecho, la actividad en sus granjas familiares guarda muchos puntos de comparación con el trabajo doméstico, ya que se trata de una actividad de 24 horas al día en la que los tiempos de producción son mucho más largos que los procesos laborales, y que implica también una vigilancia constante y una estrecha relación con un medio natural muy complejo y variado.17) Por el contrario, lxs consumidorxs urbanxs con quienes trabaja el proyecto, procedentes de barrios urbanos pobres, se dedican, en primera instancia, al trabajo reproductivo no capitalista.

Si la conexión entre los dos polos es una clara ruptura con el capitalismo, la dimensión ecológica del proyecto se manifiesta en cómo la coordinación popular de la producción y el consumo que propicia ayuda a racionalizar el consumo, haciéndolo más acorde con lo que se puede cultivar eficientemente en un momento y estación determinados, de acuerdo con los ciclos y ritmos naturales, y con el menor uso de insumos químicos y semillas controladas por las corporaciones. Además, las relaciones coordinadas que establece Pueblo a Pueblo dan ventaja a lxs productorxs campesinxs que corren el riesgo de ser desplazadxs por la agroindustria, mientras que también acortan las distancias de transporte, disminuyendo así el uso de combustibles fósiles. En cuanto a la producción, Pueblo a Pueblo fomenta igualmente técnicas explícitamente agroecológicas, como el policultivo, el uso de fertilizantes orgánicos y técnicas alternativas de control de plagas, mientras que trabaja para fortalecer prácticas endógenas de ayuda mutua como el “convite” y la “mano vuelta”.18

Un ejemplo fascinante de lo que puede dar de sí la comunicación entre productorxs y consumidorxs se observa en el barrio de San Agustín del Sur de Caracas, donde Pueblo a Pueblo ha colaborado con un colectivo local llamado San Agustín Convive para organizar la distribución de alimentos de pequeñxs productorxs del estado de Trujillo. La población del barrio es mayoritariamente afrodescendiente, y lxs miembros del colectivo local han intentado recuperar las tradiciones culinarias afrovenezolanas.19 Gracias a las conexiones facilitadas por Pueblo a Pueblo, han podido comunicar sus necesidades alimentarias a lxs productorxs rurales. Dado que las tradiciones culinarias afrovenezolanas reflejan necesidades en términos de cultivos que se adaptan bien a los tipos de tierra del país y a su clima, permiten a su vez un tipo de producción más sostenible. La iniciativa Pueblo a Pueblo también aprecia la necesidad de combatir los códigos culturales hegemónicos dando visibilidad a lxs productorxs y consumidorxs de carne y hueso. Lxs productorxs campesinxs han sido infravaloradxs durante mucho tiempo en el país a través de estereotipos racistas y clasistas, a pesar de sus formas de producción eficientes y más sostenibles y de su importancia en la economía real.20 Trabajando en la dirección opuesta, los registros fotográficos, de vídeo y de texto de Pueblo a Pueblo sirven para dar nombres y rostros a lxs campesinxs poco reconocidxs que durante mucho tiempo han proporcionado al país la mayor parte de los alimentos que necesita, encontrando formas de hacerlo no solo en tiempos de abundancia sino también de crisis. En las zonas urbanas, el proyecto ha empoderado a las mujeres de los barrios pobres discriminadas racialmente y ha trabajado para hacer visibles los retos y el ingenio de su labor de reproducción social. En general, el Plan Pueblo a Pueblo proporciona una plataforma y un proceso organizativo que da protagonismo y poder a lo que denomina la "nación invisible", formada por comunidades indígenas, negras y campesinas, que en realidad sostiene al país en términos de sus necesidades alimentarias, como parte de su proyecto integral de establecer "una nueva relación entre el campo y la ciudad".

Lxs ecologistas de facto en el centro de una tormenta

El hecho de que iniciativas ecológicas como el Plan Pueblo a Pueblo o las comunas venezolanas en general, al igual que gran parte del ambientalismo de lxs pobres, hayan sido moldeadas en gran medida por circunstancias objetivas y necesidades apremiantes, no hace que estos proyectos sean menos ecológicos, sino más. Cuando la población se ve impulsada por las circunstancias materiales a transformar su realidad, sus pasos pueden ser más sólidos y menos reversibles, especialmente si van acompañados de una reflexión consciente y una estrategia revolucionaria, como ha sido el caso de Venezuela, donde estos procesos de base se producen en un contexto general de política transformadora. La situación geopolítica de Venezuela, como país rico en recursos cerca del centro del imperialismo, la ha situado durante mucho tiempo en la primera línea de los conflictos entre el imperialismo y los países que luchan por la multipolaridad, y entre las prácticas imperialistas de depredación de los recursos y los esfuerzos por defender y diversificar las economías nacionales. Por ello, no es de extrañar que en el punto álgido de este conflicto y en medio de estas intensas presiones —que son simultáneamente culturales, económicas y políticas— se desarrolle también una de las alternativas más fascinantes y viables en la forma del actual proyecto de socialismo comunal de Venezuela. Como escribió el poeta romántico Friedrich Hölderlin: "Donde está el peligro, allí crece también la fuerza salvadora".

Esta lucha no es solo política y social en el sentido habitual de estas palabras, sino que también tiene dimensiones materiales destacadas e irreductibles. Las gigantescas reservas de petróleo de Venezuela, las mayores del mundo, pueden haberla puesto en el punto de mira del imperialismo, pero el petróleo no es simplemente una mercancía capitalista más. Parafraseando lo que Marx dijo sobre el oro y el dinero, se podría decir que el petróleo no es capitalista por naturaleza, pero el capitalismo está orientado por su propia naturaleza hacia la sustancia material que es el petróleo.21 El petróleo y otros combustibles fósiles son los recursos energéticos preferidos para el proyecto capitalista porque su uso no está limitado por las condiciones climáticas (como el agua, el viento o el sol), por lo que se adaptan a la temporalidad incesante del capitalismo y a su tendencia a la aceleración. Además, los combustibles fósiles son eminentemente almacenables (han estado almacenados en la tierra durante millones de años) y fácilmente transportables, lo que se corresponde con la naturaleza desterritorializada del capital. La consecuencia históricamente atestiguada de esto es la constelación material-social que es el capitalismo fósil: el matrimonio infeliz, aunque duradero, entre el capitalismo industrial y una base material sobredimensionada. De hecho, la relación se ha vuelto tan sólida y arraigada que el fin del capitalismo a veces parece más fácil de concebir ahora que el tan necesario fin del uso de combustibles fósiles.22

Quizá no sorprenda, entonces, que un pueblo que ha sufrido tan de cerca los efectos del sistema de capital fósil sea el mejor preparado para combatirlo y superarlo. Lxs indígenas que vivían en comunidades autogobernadas sostenibles en el oeste de Venezuela llamaban "mene" al petróleo, y lo utilizaban con moderación como medicina, así como para fortalecer los cestos y fabricar velas impermeables para sus embarcaciones.23 Cuando las compañías petroleras comenzaron a operar en el país, desarrollaron campañas publicitarias que prometían un nuevo mundo de abundancia y felicidad para el pueblo venezolano. Sin embargo, décadas de intensa extracción monopólica de petróleo trajeron pocos beneficios a la mayoría, que incluso en la década de 1990, tras sesenta años de extractivismo desenfrenado, seguía viviendo en la pobreza extrema, mientras su trabajo y sus recursos alimentaban literalmente el complejo militar-industrial de Estados Unidos y sus costosos y confortables estilos de vida suburbanos.24 Tan importante como el fracaso económico que supuso el petróleo para la mayoría de lxs venezolanxs fue el político, y ambos fueron educativos. Es decir, de la mano de la extracción de petróleo surgieron en el país formas políticas de poder estatal concentrado, desterritorializado y excesivamente centralizado —dictaduras y regímenes de democracia representativa altamente impopulares— que ayudaron a lxs venezolanxs a comprender la importancia de los mecanismos de control de base y disiparon sus ilusiones sobre formas de emancipación socialista excesivamente dirigidas por el Estado.

El resultado de esta experiencia colectiva fue impulsar una búsqueda urgente y duradera de mecanismos de democracia de base, y convertir el control participativo y popular tanto del gobierno como de los recursos en un elemento central del programa de la revolución venezolana. En un episodio casi olvidado pero revelador en el desarrollo de la teoría revolucionaria venezolana, el profesor y antiguo guerrillero Kléber Ramírez, quien fue aliado de Chávez y ayudó a forjar sus programas iniciales, comenzó en la década de 1990 a reclamar un nuevo tipo de gobierno mediante la participación generalizada de la comunidad y la formación de un "estado comunal".25 De este modo, Ramírez se anticipó en muchos años al tortuoso proceso por el que la revolución bolivariana entendería más tarde la necesidad de traducir sus ideales de democracia participativa y protagónica en el proyecto socialista comunal que surgió en 2009. Este fue un primer atisbo de cómo el Proceso Bolivariano, como parte de un proyecto de clase y descolonial de larga data forjado en la confrontación con las formaciones estatales marcadas por el sistema de combustibles fósiles, llegaría a desarrollar una alternativa integral que podría representar la superación de ese sistema. Es importante destacar que esto tomó forma no como un mero ataque a los síntomas, ampliamente descritos con el término "extractivismo", sino como un ataque más profundo que implicaba plantear una alternativa viable, no productivista y sostenible, a las relaciones sociales que sustentan todo el sistema del capital inevitablemente basado en la extracción incontrolable de recursos y en un robo generalizado de la naturaleza. Esa alternativa es esencialmente la comuna.

Chris Gilbert enseña economía política marxista en la Universidad Bolivariana de Venezuela.

Imagen: "Noticias de ninguna parte: las comunas en Venezuelas" / Ulises Mendicutty

References

01
Hugo Chávez, “Venezuelan President’s Speech on Climate Change in Copenhagen,” Venezuela Analysis, December 16, 2009.
Source
02
Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal, Articulo 2.
Source
03
In this article, the focus is on the Venezuelan communal movement’s attempts to construct a new social metabolism from below. The movement’s complex relation to state power, including its aim of abolishing alienated state institutions altogether, is addressed in my book Commune or Nothing!: Venezuela’s Communal Movement and Its Socialist Project (New York: Monthly Review Press, 2023). --------- Este artículo se centra en los intentos del movimiento comunal venezolano de construir un nuevo metabolismo social desde abajo. La compleja relación del movimiento con el poder estatal, incluido su objetivo de abolir por completo las instituciones estatales alienadas, se aborda en mi libro, Gilbert, C. (2023). Commune or Nothing!: Venezuela’s Communal Movement and Its Socialist Project. New York: Monthly Review Press..
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04
Aníbal R. Martínez, Cronología del Petróleo Venezolano (Caracas: Foninves, 1976), 77.
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05
Andreas Malm, The Progress of This Storm: Nature and Society in a Warming World (London: Verso, 2018), 98–102. See also Malm’s critique of Bruno Latour in chapter 4. --------- Malm, A. (2018). The Progress of This Storm: Nature and Society in a Warming World (pp. 98-102). London: Verso. Ver también la crítica de Malm a Bruno Latour en capítulo 4.
Source
06
The representation of oil as a resource curse is widespread. For example, Venezuelan oil minister and OPEC founder Juan Pablo Pérez Alfonso famously referred to oil as the “devil’s excrement,” while economists frequently refer to the distortions introduced into an economy by oil or gas as the “Dutch disease.” The resource curse ideology, which obscures class struggle, typically relies on a form of crude material determinism or a questionable ontological framework that assigns agency to inanimate matter. --------- La representación del petróleo como una maldición de los recursos está muy extendida. Por ejemplo, el ministro de Petróleo venezolano y fundador de la OPEP, Juan Pablo Pérez Alfonso, se refirió célebremente al petróleo como el "excremento del diablo", mientras que lxs economistas se refieren con frecuencia a las distorsiones introducidas en una economía por el petróleo o el gas como la "enfermedad holandesa". La ideología de la maldición de los recursos, que oculta la lucha de clases, suele basarse en una forma de crudo determinismo material o en un cuestionable marco ontológico que asigna agencia a la materia inanimada.
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07
The claim that national and popular control of oil resources is an important step to transitioning away from fossil fuel production, follows from the fact that control by transnational corporations that are allied with imperialist states will always make such a transition impossible, since the ruling class in the imperialist countries has everything to gain and little to lose from continuing the fossil fuel system. By contrast, more dispersed and democratic control of oil resources could lay the groundwork for a global accord to abandon fossil fuel use entirely in a way that makes provisions for current global inequalities. For that to happen, it is important that the control be not merely national but also popular, which means it must include the communities most affected by “externalities.” The efforts to establish truly popular control over the oil industry are far from fully realized in Venezuela. State control has wavered over the past twenty years between popular control and mere positioning of PDVSA as another global oil company. A high point for popular control in Venezuela occurred in the wake of the oil sabotage in 2002–03, when the industry was actually recovered through worker control, giving the lie to the claim that it could only be run by an elite “meritocracy.” --------- La afirmación de que el control nacional y popular de los recursos petrolíferos es un paso importante para la transición hacia el abandono de la producción de combustibles fósiles, se deduce del hecho de que el control por parte de las empresas transnacionales aliadas de los Estados imperialistas siempre hará imposible dicha transición, ya que la clase dominante de los mismos tiene todo que ganar y poco que perder con la continuidad del sistema de combustibles fósiles. Por el contrario, un control más disperso y democrático de los recursos petrolíferos podría sentar las bases de un acuerdo mundial para abandonar por completo el uso de combustibles fósiles de forma que se tengan en cuenta las actuales desigualdades globales. Para ello, es importante que el control no sea meramente nacional, sino también popular, lo que significa que debe incluir a las comunidades más afectadas por las "externalidades". Los esfuerzos por establecer un verdadero control popular sobre la industria petrolera distan mucho de haberse realizado plenamente en Venezuela. El control estatal ha oscilado en los últimos veinte años entre el control popular y el mero posicionamiento de PDVSA como otra empresa petrolera global. Un punto álgido para el control popular en Venezuela se produjo tras el sabotaje petrolero de 2002-03, cuando la industria se recuperó realmente mediante el control de lxs trabajadorxs, desmintiendo la afirmación de que solo podía ser dirigida por una "meritocracia" elitista.
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08
István Mészáros, Beyond Capital (New York: Monthly Review Press, 1995), 493.
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09
Cira Pascual Marquina and Chris Gilbert, “Rebellious Sugarcane Growers: Voices from Cinco Fortalezas Commune,” Venezuela Analysis, April 29, 2022.
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10
Karl Marx, Capital, vol. 1 (London: Penguin, 1976), 125.
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11
Kohei Saito, El Capital en la era del Antropoceno (Barcelona: Ediciones B/Sine qua non, 2022), chapter 6.
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12
Karl Marx and Frederick Engels, Collected Works, vol. 20 (New York: International Publishers, 1975), 129; John Bellamy Foster and Brett Clark, The Robbery of Nature (New York: Monthly Review Press, 2020), 35–63; John Bellamy Foster, “Extractivism in the Anthropocene,” Science for the People 25, no. 2 (Autumn 2022).
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Chávez explained the communal project in 2009 in the television program Aló Presidente Teórico No. 1. The following year, in 2010, a group of five laws called the “Popular Power Laws” were developed, establishing a legal framework for the communes. --------- Chávez explicó el proyecto comunal en 2009 en el programa de televisión Aló Presidente Teórico No. 1. Al año siguiente, en 2010, se elaboró un conjunto de cinco leyes denominadas "Leyes del Poder Popular", que establecieron un marco jurídico para las comunas.
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See Chris Gilbert, “Red Current, Pink Tide: A Visit to El Maizal Commune in Venezuela,” Monthly Review 73, no. 7 (December 2021): 29–38; Chris Gilbert, “A Commune Called ‘Che’: A Socialist Holdout in the Venezuelan Andes,” Monthly Review 73, no. 10 (March 2022): 28–38; Cira Pascual Marquina and Chris Gilbert, “The ‘Old-Yet-New’: Past and Present Intermingle at the Hugo Chávez and Alí Primera Communes,” Venezuela Analysis, January 15, 2023.
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15
Marx, Capital, vol. 1, 637; Karl Marx, Capital, vol. 3 (London: Penguin, 1981), 949.
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More information on Plan Pueblo a Pueblo is available at the organization’s website, planpuebloapueblo.com. Among its far-reaching projects, not addressed in this article, are its coordination with the PROINPA seed potato nursery and laboratory in Mérida and an ambitious school lunch program in Caracas and other cities. --------- Más información sobre Plan Pueblo a Pueblo en el sitio web de la organización, planpuebloapueblo.com. Entre sus proyectos de gran alcance, que no se abordan en este artículo, figuran su coordinación con el vivero y laboratorio de semillas de patata PROINPA en Mérida y un ambicioso programa de almuerzos escolares en Caracas y otras ciudades.
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17
Armando Bartra, “De labores invisibles y rebeldías excéntricas” in Cuál es el Futuro del Capitalismo, eds. Raúl Ornelas and Daniel Inclán (Mexico City: Akal Mexico, 2021), 38–63.
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El convite is similar to the Andean collective labor practice called la minga in which community members come together voluntarily to carry out an important task. Convites usually take place on family farms and involve offering participants a shared meal (hence the name: convite means “invitation”). Mano vuelta refers to the practice of one person helping another in fieldwork, who later returns the favor. --------- El convite es similar a la práctica andina de trabajo colectivo llamada la minga, en la que lxs miembros de la comunidad se reúnen voluntariamente para llevar a cabo una tarea importante. Los convites suelen tener lugar en granjas familiares y consisten en ofrecer a lxs participantes una comida compartida (de ahí su nombre: convite significa "invitación"). Mano vuelta se refiere a la práctica de que una persona ayude a otra en el trabajo de campo, que luego le devuelve el favor.
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Niyireé Baptista, Edgar Abreu, and Arturo Mariño, Alimenta al poder popular (Caracas: El perro y la rana, 2017).
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20
Gabriel Gil Torres, “La lucha contra el latifundio en la Venezuela Bolivariana,” paper delivered at La Primera Conferencia Internacional “Tierras y Territorios en las Américas,” August 23–26, 2016, Universidad Externado de Colombia, Bogotá; Ana Felicien, Christina Shavoni, and Liccia Romero, “The Politics of Food in Venezuela,” Monthly Review 70, no. 2 (April 2018): 1–19.
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“Although gold and silver are not by Nature money, money is by Nature gold and silver.” Karl Marx, Capital, vol. 1, 183; Karl Marx, A Contribution to the Critique of Political Economy (New York: Charles H. Kerr and Co., 1904), 212. --------- "Aunque el oro y la plata no son por naturaleza dinero, el dinero es por naturaleza oro y plata.” Marx, K. Capital. vol. 1 (p. 183). Marx, K. (1904). A Contribution to the Critique of Political Economy, vol 1 (p. 212). New York: Charles H. Kerr and Co.
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The deep intertwining of capitalism with fossil fuel use should not be taken as an excuse to shirk combating the latter even within the current capitalist framework. Obviously, both the capitalist system and fossil fuel use need to be overcome, and the urgent character of the environmental crisis should lead us to aggressively pursue an end to fossil fuel use now, even if its complete elimination is unlikely to occur while capitalism persists. --------- La profunda imbricación del capitalismo con el uso de combustibles fósiles no debe tomarse como excusa para eludir la lucha contra este último, incluso dentro del actual marco capitalista. Obviamente, tanto el sistema capitalista como el uso de combustibles fósiles necesitan ser superados, y el carácter urgente de la crisis medioambiental debería llevarnos a perseguir agresivamente el fin del uso de combustibles fósiles ahora, incluso si es improbable que se produzca su completa eliminación mientras persista el capitalismo.
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Martínez, Cronología del Petróleo Venezolano, 27; Miguel Tinker Salas, Una herencia que perdura (Caracas: Galac, 2013), 54, 67.
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For a fascinating account of oil’s deep imbrication in U.S. society and culture, see Matthew T. Huber, Lifeblood: Oil, Freedom, and the Forces of Capital (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2013). --------- Para un fascinante relato de la profunda imbricación del petróleo en la sociedad y la cultura estadounidenses, véase Huber, M. T. (2013). Lifeblood: Oil, Freedom, and the Forces of Capital. Minneapolis: University of Minnesota Press.
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Kléber Ramirez Rojas, Historia documental del 4 de febrero (Caracas: El perro y la rana, 2005/2017); George Ciccoriello Maher, Building the Commune (London: Verso, 2016).
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Available in
EnglishSpanish
Author
Chris Gilbert
Translators
Susana C. Romaniz and Nora Bendersky
Date
03.10.2023
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Original article🔗
SocialismoVenezuela
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