Programa de Acción para la Construcción de un Nuevo Orden Económico Internacional

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Prefacio

Hace 50 años, las naciones del Tercer Mundo, tras conquistar su independencia, se unieron en torno a una visión de descolonización económica, desarrollo soberano y cooperación internacional en ámbitos como el comercio, las finanzas y la tecnología. Esa visión se conoció como el Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), y en 1974 obtuvieron una Declaración de la ONU sobre su establecimiento (3201 S-VI) y un Programa de Acción (3202 S-VI) para su aplicación. 

Nosotros, los Miembros de las Naciones Unidas, proclamamos solemnemente nuestra determinación unida de trabajar urgentemente por EL ESTABLECIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN ECONÓMICO INTERNACIONAL basado en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la cooperación entre todos los Estados, sean cuales fueren sus sistemas económicos y sociales, que corrija las desigualdades y repare las injusticias existentes, permita eliminar la brecha cada vez mayor que separa a los países desarrollados de los países en desarrollo y garantice un desarrollo económico y social en constante aceleración, así como la paz y la justicia para las generaciones presentes y futuras. 

Cinco décadas después, sin embargo, esa brecha no se ha reducido. Por el contrario, las viejas crisis de la deuda, la y el subdesarrollo se han combinado con una crisis climática acelerada para amenazar no sólo las perspectivas de desarrollo del Sur, sino también, en el caso de muchos pequeños Estados insulares, su propia existencia. 

La configuración de la economía mundial ha experimentado sin duda una profunda transformación en los últimos 50 años, tanto en la arquitectura institucional de la globalización como en la distribución de sus beneficios. Las naciones BRICS+ representan hoy, por ejemplo, un porcentaje del PIB mundial mayor que el G7. Pero la línea que Willy Brandt y la Comisión Independiente sobre Cuestiones Internacionales de Desarrollo trazaron en su día a través del mundo  —demarcando una división en materia de desarrollo entre el Norte y el Sur— sigue siendo visible hoy en día: una afrenta a la paz y la justicia para las generaciones presentes y futuras. 

En su Cincuentenario, el NOEI merece, pues, una revisión, pero también una renovación. ¿Cómo podríamos adaptar esta visión a las condiciones del siglo XXI? ¿Cómo afrontar las crisis del cambio climático, las pandemias virales y la pobreza extrema que amenazan a miles de millones de vidas y medios de subsistencia en todo el planeta? ¿Y cómo podríamos aprovechar la oportunidad de la coyuntura actual —con las placas tectónicas de la economía mundial a la deriva, hacia una formación multipolar— para garantizar el éxito de dicho programa de acción allí donde su predecesor fracasó? 

En los últimos dos años, la Internacional Progresista ha reunido a académicos, diplomáticos y legisladores de más de 50 países para responder a estas preguntas. De Bruselas a Kampala y más allá, estas deliberaciones han instado a representantes de todo el Grupo de los 77 a reimaginar el Nuevo Orden Económico Internacional y las tácticas para conseguirlo. 

En la V Conferencia Internacional para el Equilibrio Mundial, celebrada en La Habana, estas deliberaciones colectivas dieron lugar a una estrategia para "afirmar el poder del Sur" con el fin de garantizar un nuevo contrato global sobre desarrollo soberano, tal y como se recoge en la Declaración de La Habana presentada al presidium de la Conferencia en enero de 2023. 

El Congreso reconoce que la liberación económica no será concedida, sino que debe ser conquistada. Nuestra visión sólo puede hacerse realidad mediante la formación de instituciones nuevas y alternativas para compartir tecnología crítica, hacer frente a la deuda soberana, impulsar la financiación del desarrollo y afrontar juntos futuras pandemias

Desde entonces, un esfuerzo de colaboración ha hecho avanzar un amplio Programa de Acción para la Construcción de un Nuevo Orden Económico Internacional: un manual para un Sur insurgente en el siglo XXI, con medidas que combinan claridad y audacia para impulsar el desarrollo sostenible en tiempos turbulentos. 

El Programa de Acción se divide en cinco áreas temáticas principales, cada una de las cuales articula sus objetivos y las medidas concretas para alcanzarlos. Estas medidas no son recetas para los Estados del Sur ni la benevolencia de sus vecinos del Norte. Más bien se centran en instituciones compartidas y acciones coordinadas que los gobiernos del Sur pueden adoptar de forma inmediata, colectiva y unilateral para transformar la arquitectura económica mundial al servicio de la paz, la justicia y la prosperidad compartida. 

La publicación del Programa de Acción coincide con el Cincuentenario del NOEI original, y concluye la fase de dos años de conmemoración de la Internacional Progresista. Sin embargo sigue siendo un documento vivo: un borrador que se modificará y adaptará a las condiciones de las naciones y pueblos que pretendan aplicar sus medidas. La tarea del Grupo de La Habana consiste ahora en acompañarlos en ese viaje histórico hacia la realización de un Nuevo Orden Económico Internacional.

Preámbulo

El Grupo de La Habana,

Denunciando las desigualdades del actual orden económico internacional, estructurado a partir de siglos de conquista imperial y dominación colonial, diseñado para drenar riqueza, talento y oportunidades del Sur del mundo hacia el Norte;

Considerando el enorme costo de estas desigualdades para los miles de millones de personas condenadas al hambre, la pobreza, la enfermedad y el desplazamiento, mientras una parte cada vez mayor de los recursos mundiales se destina a armas de guerra;

Resaltando los riesgos existenciales de un orden económico internacional que premia la competencia entre Estados, inflama el conflicto entre los pueblos e induce crisis con un impacto abrumador pero desigual en toda la economía mundial;

Conmemorando el Nuevo Orden Económico Internacional con motivo de su Cincuentenario, y el legado de todos quienes han luchado para que la economía mundial esté en mayor armonía con las necesidades de sus pueblos y del mundo natural;

Recordando la Declaración de La Habana presentada en la V Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, y su convicción de que la liberación económica no será concedida, sino conquistada a través de la acción combinada y colectiva del Sur;

Reconociendo que, con este mismo espíritu y con esta misma determinación, el Grupo de La Habana y sus aliados de todo el Sur se prepara para la más colosal, legítima, digna y necesaria batalla por la vida y el futuro de nuestros pueblos, naciones y planeta;

Presenta el siguiente Programa de Acción:

I. Clima, energía y recursos naturales

El colapso acelerado de las condiciones de vida en la Tierra es el principal reto de la humanidad que exige una reconfiguración radical de nuestras economías, sistemas energéticos y modos de vida. Sin embargo, estos procesos de restauración y reparación climática exigirán una confrontación con el sistema responsable de su colapso. Durante siglos las potencias dominantes del mundo han agotado el suelo, envenenado el aire, talado los árboles y desplazado a los cuidadores de los campos y los bosques. Hoy, la trayectoria de la "transición verde” global está llamada a reproducir la misma dinámica colonial que causó la crisis en un principio. El Norte trata de desviar la atención de sus compromisos climáticos incumplidos, cargando el peso del ajuste sobre los más vulnerables a sus efectos. Mientras tanto, el Sur se enfrenta a una presión cada vez mayor para compensar el consumo excesivo y rapaz del Norte, a expensas de la adaptación, la transición y el imperativo social del desarrollo sostenible. Se necesita un nuevo camino, un camino de acción colectiva para recuperar la soberanía plena y permanente sobre la tierra, los alimentos y los recursos, al tiempo que se consigue una transición verde rápida y justa en todo el mundo.

Objetivos

Plena soberanía permanente

Que los pueblos y las naciones ejerzan una soberanía plena y permanente sobre sus riquezas y recursos naturales como constituyente fundamental de su derecho a la autodeterminación, y una condición previa para su florecimiento colectivo.

Abundancia de energía limpia

Que todos los pueblos disfruten de abundancia de energía limpia y renovable mediante un sistema internacional que minimice  las desigualdades de nación, clase y exposición a externalidades perjudiciales de la producción y el consumo.

El fin de la dependencia

Que los Estados y las corporaciones del Norte dejen de ejercer el dominio sobre  los sistemas globales como la energía, la agricultura y la alimentación, y las tecnologías que los producen, garantizando al Sur una mayor independencia, resiliencia, autosuficiencia y prosperidad.

Intercambio ecológicamente equitativo

Que los términos del intercambio ecológico, definidos durante siglos por una desigualdad extrema, sean equilibrados, sustituyendo un sistema de explotación —en el que el Sur sirve de fuente de recursos baratos y de sumidero de residuos caros— por un sistema de igualdad soberana.

Justicia ambiental

Que se ponga fin definitivo a la era de la impunidad ambiental, no sólo garantizando el reconocimiento de la responsabilidad por los crímenes cometidos contra los pueblos y los territorios que habitan, sino también estableciendo la equidad en la distribución de la influencia sobre el sistema climático.

Reparación climática

Que se pague finalmente la deuda ecológica, proporcionando reparaciones amplias y urgentes a las naciones del Sur que sufren las mayores consecuencias de las emisiones de carbono imprudentes y acumulativas y de la extracción despiadada de recursos por parte de sus vecinos del Norte.

Medidas

Clubes de exportación de recursos

Que los exportadores de recursos naturales y materias primas establezcan clubes multilaterales para coordinar la producción y los precios.

La historia de las relaciones Norte-Sur se define por el saqueo por parte del Norte de las riquezas naturales del Sur. Los dones de la tierra, que pueden y deben traer la prosperidad a los pueblos que la habitan, son saqueados con fines lucrativos, atrapando a las naciones del Sur en la posición dependiente de exportadores de materias primas, en condiciones desiguales y de declive. Pero esta dependencia va en ambas direcciones. La dependencia del Norte del flujo de recursos baratos —y el creciente apetito por minerales críticos en la era de la crisis climática— dota a los exportadores del Sur de un poder sin explotar para recuperar lo que se les debe y reordenar las relaciones económicas. Mediante la coordinación de la producción y venta de productos agrícolas, minerales y otros bienes primarios, los clubes de exportación podrían servir para estabilizar los precios, mejorar el poder de negociación de los vendedores, alinear las prácticas de producción sostenible y —reconociendo la desigualdad de las dotaciones naturales y la urgencia del actual colapso ecológico— establecer fondos de solidaridad para invertir en el avance industrial, el desarrollo humano y la restauración ecológica en todo el Sur. A estos clubes de exportación se les encomendaría el doble mandato de garantizar una remuneración adecuada de los recursos del Sur en el presente y la conservación de los recursos en beneficio tanto del medio ambiente como de las generaciones futuras. La riqueza natural del Sur debería beneficiar a los pueblos del Sur. A través de los clubes de exportación de productos primarios, las naciones del Sur podrían unirse para reclamar lo que les pertenece por derecho.

Emergencia ecológica mundial

Por una declaración coordinada de emergencia mundial para responder a la crisis climática global.

La respuesta institucional al catastrófico calentamiento global y al colapso ecológico sigue siendo tibia en el mejor de los casos. Es el Sur el que soporta el mayor costo del desarrollo del Norte impulsado por el carbono, pero los enormes recursos necesarios para la mitigación y la adaptación son inaccesibles para las naciones del Sur. Una declaración coordinada de emergencia mundial por parte de las naciones del Sur ayudaría a desbloquear estos recursos y proporcionaría el respaldo jurídico y político para una serie de medidas —sobre comercio, finanzas, inversión y tecnología— necesarias para responder a la crisis ecológica mundial, incluida la activación de cláusulas de fuerza mayor y la concesión automática de licencias obligatorias sobre restricciones a la propiedad intelectual. Mientras que una declaración de emergencia mundial por sí sola no abordaría las causas del colapso ecológico, sentaría un poderoso precedente jurídico y político para que las naciones del Sur adoptaran las acciones necesarias. Estos términos podrían proporcionar la base institucional compartida sobre la que podría construirse y aplicarse en todo el Sur un "plan de desarrollo sostenible" multilateral a largo plazo. La amenaza existencial colectiva de la crisis climática debe declararse como tal y abordarse en consecuencia.

Marco común de extracción

Por el desarrollo y la aplicación de un marco político compartido para la gestión de las industrias extractivas en todo el Sur.

Bajo la bandera del ”libre comercio", las empresas multinacionales domiciliadas en el Norte tienen carta blanca para llevar a cabo una extracción rapaz e interminable de recursos naturales en todo el Sur, con consecuencias devastadoras y pocos canales de recurso o regulación. Un marco normativo coordinado para las operaciones de estas empresas en todo el Sur —que incluya políticas fiscales, normativas laborales y mecanismos redistributivos comunes— podría poner fin a los regímenes normativos de “carrera hacia abajo” que sustraen valor a las comunidades del Sur y agravan la crisis ecológica. Los mecanismos específicos podrían incluir contratos estandarizados con cláusulas fiscales comunes que excluyan formalmente el recurso al arbitraje en foros dirigidos por Occidente, al tiempo que ofrezcan alternativas en instituciones dirigidas por el Sur. Estos contratos también podrían incluir protecciones laborales y comunitarias comunes —determinadas colectivamente por dirigentes estatales, laborales y de la sociedad civil— para garantizar una compensación justa, protecciones laborales adecuadas y prácticas ecológicamente sostenibles. Los cánones, impuestos y mecanismos legales específicos para cada sector garantizarían la inversión en la diversificación de las vías de desarrollo y en un futuro sostenible (por ejemplo, invirtiendo las rentas de la extracción de recursos no renovables en fondos soberanos transparentes y ecológicamente orientados, permitiendo que la riqueza de los recursos no renovables beneficie también a las generaciones futuras). El extractivismo ya no puede controlar el Sur; es hora de que el Sur controle la extracción.

Autoridad Energética del Sur

Por la creación de autoridades energéticas del Sur para reducir la dependencia energética y coordinar el desarrollo de alternativas verdes.

El futuro de las sociedades del Sur depende de una energía fiable, asequible y renovable. Sin embargo, hoy en día el acceso a este componente esencial del desarrollo está lejos de ser asegurado. Mientras que el Sur sigue siendo una fuente clave de extracción de recursos naturales, son las naciones del Norte las que suelen cosechar los beneficios. Los países del Norte figuran entre los más contaminantes, consumen cantidades desmesuradas e insostenibles de la energía mundial y monopolizan las tecnologías energéticas esenciales. De continuar esta dinámica, las naciones del Sur se verán obligadas a depender de las fuentes de energía tradicionales mientras trazan su propia transición, en lugar de asumir el pago de la factura del consumo excesivo del Norte. En la búsqueda de una transición hacia la energía verde, las naciones del Norte ya están coordinando esfuerzos para maximizar la explotación de los minerales críticos del Sur y trasladar al Sur la carga del ajuste del precio del carbono. En esta coyuntura crucial, la soberanía energética del Sur depende de la cooperación del Sur. Las autoridades energéticas regionales o paneuropeas del Sur podrían aunar recursos y capacidades para desarrollar fuentes de energía alternativas, aprovechar las economías de escala de las infraestructuras energéticas regionales, elaborar estándares comunes para mitigar el impacto de los proyectos energéticos en el medio ambiente y las comunidades locales, reducir la vulnerabilidad al consumo excesivo de energía del Norte y distribuir equitativamente los beneficios de la producción energética en todo el Sur —al servicio del desarrollo y el bien público y no del beneficio privado. No se puede seguir permitiendo que las naciones del Norte extraigan y consuman sin límites, mientras dejan a oscuras a los pueblos del Sur. El futuro de la energía debe ser un futuro de sostenibilidad, equidad y abundancia compartida. Este futuro sólo puede hacerse realidad mediante la unidad del Sur.

Marco agrario

Por el desarrollo de un marco político coordinado para la agricultura a pequeña escala, cooperativa y familiar, con el fin de defender la soberanía alimentaria, promover prácticas agroecológicas sostenibles y mantener la diversidad de cultivos en todo el Sur.

La extrema concentración de la tierra en manos de unos pocos, el dominio de los sistemas alimentarios mundiales por un puñado de empresas multinacionales, la erosión de los medios de vida del campesinado y la devastación de sus comunidades, el deterioro de la soberanía alimentaria del Sur en favor de las exportaciones de monocultivos, la persistencia del hambre en un mundo capaz de proporcionar abundancia, la degradación de la tierra, el agua y el aire: éstas son las consecuencias combinadas de un sistema alimentario mundial diseñado para los beneficios del capital y no para las necesidades de los pueblos. De la financiarización a la liberalización del comercio, pasando por la monopolización, las causas del mal funcionamiento del sistema alimentario mundial son muchas pero las soluciones están claras: el empoderamiento del campesinado para que defienda sus tierras, invierta en agroecología y alcance la soberanía alimentaria. Las naciones del Sur pueden ayudar a promover estos objetivos a través de las fronteras estableciendo marcos políticos comunes y organismos regionales de coordinación para la agricultura cooperativa, familiar y a pequeña escala, reuniendo conocimientos, capacidades e inversiones, coordinándose en el desarrollo de normas agrícolas y ambientales, y construyendo programas regionales que promuevan la producción agrícola local utilizando una serie de herramientas que van desde leyes de protección de la tierra campesina hasta subvenciones coordinadas, créditos fiscales, aranceles de importación y cuotas de exportación. Mediante el desarrollo de organismos y marcos de coordinación de la política agrícola, las naciones del Sur pueden garantizar que el campesinado y los trabajadores agrícolas no trabajen para alimentar al capital del Norte, sino para alimentar a sus conciudadanos.

Red de bancos de semillas

Por la formación de una red de bancos de semillas para promover la diversidad agrícola y fomentar la soberanía alimentaria y la resiliencia de los sistemas alimentarios en todo el Sur.

El Sur alberga la mayor parte de la biodiversidad mundial. Sin embargo, las empresas multinacionales y otras instituciones del Norte controlan la conservación y el acceso a la agrobiodiversidad en todo el mundo. Los sistemas alimentarios del Sur quedan así infradotados, poco fiables y dependientes del Norte en épocas de escasez o crisis. El establecimiento de un banco internacional de semillas o de una red de bancos regionales o nacionales de semillas puede permitir a las naciones del Sur promover la diversidad agrícola y avanzar hacia los objetivos de soberanía alimentaria y resiliencia de los sistemas alimentarios mediante la protección y conservación de las semillas autóctonas. Estos bancos de semillas podrían suministrar semillas a las naciones del Sur que deseen diversificar su producción agrícola, ofreciendo así una vía para superar las limitaciones de la especialización agrícola y la consiguiente dependencia de las importaciones del Norte. Estos bancos de semillas también podrían conceder subvenciones y préstamos de semillas en momentos de gran necesidad, protegiendo y promoviendo la supervivencia y la seguridad de las naciones tras crisis naturales o antropogénicas de malnutrición, hambruna e inanición. De este modo, un banco multilateral de semillas del Sur que funcione para el bien público contribuiría a garantizar que la biodiversidad del mundo esté protegida, no explotada, su riqueza natural puesta al servicio de las necesidades mundiales y el desarrollo local.

Estrategia de circularidad 

Por la creación de un programa de reciclaje de recursos que reutilice los residuos en insumos materiales para la producción futura.

El Sur se ha convertido en un vertedero de residuos del Norte: causa y consecuencia de las desigualdades sistémicas incorporadas al orden económico internacional. La producción industrial en el actual orden económico internacional se caracteriza por los residuos en todas las etapas: desde la extracción de materias primas hasta la fabricación, el consumo y la eliminación. Cada año se extraen miles de millones de toneladas de recursos al servicio de la producción industrial de mercancías, y se producen miles de millones de toneladas de residuos como resultado del consumo masivo de mercancías en el Norte, lo que supone una carga ecológica desproporcionada para el Sur. Además de planificar la producción industrial en función de las necesidades humanas y no de los beneficios empresariales, las naciones del Sur pueden hacer frente a la doble amenaza del extractivismo y los residuos creando infraestructuras para reciclar los residuos producidos por los procesos de producción industrial y consumo masivo, procesarlos y darles un nuevo uso, y reutilizarlos como insumo material para futuras actividades productivas. Un programa de este tipo promovería formas de industrialización más sostenibles y regenerativas transformando la naturaleza de la producción transnacional de un modelo lineal —en el que la extracción de recursos y la eliminación de residuos en los puntos de partida y de llegada se periferizan como algo secundario o externo— a un modelo circular, en el que los productos materiales finales fluyen de vuelta al proceso de producción como futuros insumos. Un programa que promueva la circularidad de los recursos y el reciclaje de materiales en todo el Sur puede estimular el crecimiento industrial al tiempo que reduce la extracción de recursos y mitiga su despilfarro.

II. Industria, Trabajo y Comercio Internacional

Las reglas del comercio han atrapado a las economías del Sur en una posición permanente de subordinación y dependencia de las materias primas. Lejos de un intercambio mutuamente beneficioso, estos sistemas extraen materias primas y mano de obra para el Norte mientras bloquean el camino de la industrialización para el Sur. El NOEI identificó el "problema fundamental" del declive de los términos de intercambio del Sur. Cinco décadas después, esos términos desiguales siguen manteniendo la dependencia del Sur. Pero ahora, las naciones del Sur también deben enfrentarse a un régimen de instituciones y acuerdos diseñados para erosionar su soberanía bajo el disfraz del "libre comercio", incluso cuando sus vecinos del Norte traicionan estas normas comunes con impunidad. Las naciones del Sur pueden y deben romper estos grilletes, desafiando los sistemas de intercambio desigual con el Norte, dando prioridad al desarrollo de sus propias capacidades productivas, coordinándose entre sí para ascender en la cadena de valor y orientando el comercio y la producción industrial hacia la armonía humana y ecológica.

Objetivos

Normas comunes pero diferenciadas

Que todas las naciones disfruten de un sistema comercial multilateral universal, basado en normas, abierto, no discriminatorio y equitativo, que responda a las demandas particulares del desarrollo como vehículo para la cooperación internacional, la paz y la prosperidad compartida en todo el mundo.

Términos equilibrados

Que el sistema de comercio internacional produzca una mejora duradera de las condiciones comerciales entre el Norte y el Sur, apoyando la transferencia de conocimientos y la adaptación de los estándares técnicos y una mayor integración mundial, en condiciones que favorezcan el desarrollo soberano de las naciones más pobres del mundo.

Precios justos y estables

Que las instituciones de la gobernanza económica mundial reduzcan de manera proactiva la volatilidad, prevengan los choques y protejan a las poblaciones vulnerables de las crisis que desestabilizan los precios de los productos básicos y perjudican a sus productores o consumidores en el proceso.

Economías feministas

Que la economía mundial ya no se defina por las asimetrías de género y la explotación permanente de las mujeres en todos los ámbitos de su trabajo, sino que todos los trabajadores gocen de los mismos derechos sin importar no sólo su nacionalidad, sino también su género.

Derechos redistribuidos

Que el orden económico internacional reordene las prioridades entre las personas y las ganancias, redistribuyendo los derechos concedidos a las empresas transnacionales entre las comunidades afectadas por sus prácticas y la voz colectiva de los trabajadores a quienes emplean.

Carrera hacia la cima

Que las instituciones del sistema de comercio internacional se protejan de las dinámicas desreguladoras que pretenden atraer la inversión extranjera a costa de los trabajadores, sus comunidades y el medio ambiente, promoviendo en su lugar la fortificación y armonización de normas basadas en la igualdad de sus derechos.

Medidas

Existencias reguladoras de materias primas

Por un sistema multilateral de reservas de estabilización de los precios de los productos básicos. 

Encerrados en el papel de productores de materias primas no diversificadas, obligados por las reglas del comercio a depender de la importación de alimentos y carentes de recursos para protegerse de los vaivenes de los precios mundiales, tanto los productores como los consumidores del Sur se ven sacudidos por la volatilidad de los mercados de materias primas. En el caso de ciertos productos agrícolas, las consecuencias de esta volatilidad pueden significar la hambruna. Un nuevo marco de regulación de los mercados de productos básicos basado en un sistema de reservas de estabilización de varios niveles para los productos básicos esenciales a escala mundial, regional y nacional, ayudaría a estabilizar los precios y los mercados internacionales de determinados productos básicos, al tiempo que dejaría margen para la promoción soberana de sistemas de aprovisionamiento resistentes. Este sistema de reservas de estabilización, creado como una o varias organizaciones multilaterales a escala regional o mundial, estaría respaldado por contribuciones equitativas y gestionado por un organismo experto encargado de supervisar los mercados, estimar los riesgos y diseñar y actualizar estrategias de intervención específicas para cada producto. Con el doble mandato de reducir las fluctuaciones extremas de los precios y la viabilidad de las reservas, este sistema estaría preparado para dar la voz de alarma en caso de una inminente subida o caída de los precios a escala mundial o regional, instar a las naciones a adoptar medidas conjuntas para estabilizar la oferta y la demanda y, en caso necesario, comprar o vender a las reservas. La vía del desarrollo soberano es necesaria pero ardua; un sistema mundial de reservas de estabilización para reducir la volatilidad de los precios ayudaría a allanar el camino y proporcionaría un bien público mundial que el "libre mercado" por sí solo no puede ofrecer.

Requisitos de contenido del Sur

Por el requerimiento de cuotas mínimas para la producción y el comercio dentro de las naciones del Sur y entre ellas, a fin de promover y proteger las capacidades productivas industriales en todo el Sur.

Tras medio siglo del "Consenso de Washington" que promovió con fuerza la liberalización del comercio en todo el mundo, las protecciones económicas vuelven a estar de moda. Pero la oportunidad de una nueva política comercial se reparte de forma desigual entre el Norte y el Sur. Mientras que las protecciones económicas se han convertido en práctica habitual en las naciones desarrolladas del Norte —haciendo caso omiso de las normas que una vez escribieron en la Organización Mundial del Comercio— las naciones en desarrollo del Sur quedan vulnerables a la dominación de los intereses corporativos multinacionales bajo el pretexto del "libre comercio". A medida que las naciones del Norte recurren a los requisitos de contenido local para sostener las capacidades productivas nacionales (por ejemplo, Buy American), las naciones del Sur pueden también desafiar colectivamente las restricciones internacionales sobre política industrial y desarrollar sus propios requisitos para fomentar la producción del Sur. A diferencia de las medidas del Norte, las naciones del Sur podrían definir sus requisitos de contenido regionalmente, o como medidas pansureñas, permitiendo el beneficio mutuo incluso cuando las naciones individuales puedan carecer de suficientes redes de producción preexistentes a nivel nacional o del poder de negociación individual para imponer tales requisitos. Los requisitos “Compra del Sur” ("Buy Southern”), junto con los clubes de inversión y producción del Sur, ayudarían a fomentar redes de producción coordinadas que den prioridad a la satisfacción de las necesidades regionales con productos asequibles y de calidad, a desarrollar economías industrializadas diversificadas y a abordar los persistentes desequilibrios comerciales. Al coordinar los requisitos de contenido local y transferencia de tecnología para la contratación pública, las naciones del Sur pueden catalizar la industrialización al tiempo que crean una demanda sostenida de productos de todo el Sur e incorporan a la política económica imperativos sociales y ambientales determinados a nivel nacional, como elevar la participación económica de las minorías étnicas y de género. Los requisitos coordinados de contenido local pueden estimular las economías nacionales, crear empleo y fomentar el desarrollo industrial ecológico en todo el Sur.

Clubes de adquisición

Por la coordinación de la contratación pública a fin de garantizar precios más justos en la compra de bienes del Norte.

Las naciones del Sur se ven obligadas, por su posición subordinada a nivel mundial, no sólo a exportar sus productos primarios a bajo precio sino también a importar productos del Norte a precios elevados, lo cual agrava las dificultades de la balanza de pagos, ejerce presión sobre los presupuestos públicos y alimenta un círculo vicioso de dependencia financiera, ecológica y tecnológica. Como compradores aislados, las naciones del Sur deben aceptar condiciones desiguales y precios de monopolio; unidos, los compradores podrían ejercer una influencia colectiva para conseguir precios más justos. Del mismo modo que las naciones del Norte, aunque defienden la retórica  del "libre mercado", han creado clubes de compradores de materiales esenciales, los clubes de compradores del Sur podrían reducir los costos de determinadas importaciones del Norte, como las vacunas y otros medicamentos vitales, y las tecnologías verdes, facilitando el acceso a bienes esenciales y contribuyendo a reequilibrar las condiciones comerciales. Aunque el Sur sigue comprometido con el desarrollo de capacidades productivas que reduzcan la dependencia de las importaciones del Norte, al mancomunar recursos para la contratación pública, las naciones del Sur pueden reforzar colectivamente el poder adquisitivo, obtener mejores condiciones de compra y mitigar la influencia de los vendedores oligopolistas de bienes en zonas donde las capacidades productivas aún no pueden desarrollarse fácilmente. Los clubes de compras conjuntas podrían, al mismo tiempo, alinear las especificaciones técnicas y las normas científicas, tecnológicas, sanitarias y ambientales regionales, impulsando así la industrialización, reforzando las economías y mejorando la calidad de vida de los pueblos del Sur. Las naciones del Sur aspiran a ser algo más que importadores de productos del Norte. Pero hasta que llegue ese momento, los productos del Norte deben tener un precio justo. Los clubes de compras del Sur contribuyen a hacer realidad ese objetivo.

Coordinación de la cadena de valor

Por la coordinación regional de la política industrial en sectores estratégicos y tecnologías fundamentales.

Durante el periodo de rápida e imprudente globalización, el proyecto de cooperación internacional se ha distorsionado y convertido en un proyecto de competencia internacional: los vecinos que podrían trabajar juntos en beneficio mutuo se ven enfrentados en una rivalidad por atraer al capital extranjero circulante. La tarea de coordinar la producción, en este contexto, se cede a las multinacionales que persiguen sus propias ganancias en lugar de las necesidades de desarrollo a largo plazo de las naciones en las que operan. Para las naciones del Sur, el resultado es la mala asignación de recursos, las redundancias en la cadena de suministro y la continua deferencia hacia los intereses del capital extranjero. Un enfoque coordinado ofrece una vía alternativa. Juntas, las naciones del Sur pueden coordinar la política industrial —alineando la inversión, el desarrollo de infraestructuras, el control de las exportaciones, etc.— a través de las fronteras, desbloqueando los beneficios de la escala, reduciendo las redundancias productivas y garantizando que los recursos limitados se destinen de forma más eficaz. Las naciones del Sur podrían formar redes regionales de empresas estatales o de importancia estratégica, centradas en las industrias fundamentales necesarias para sustentar la vida humana, pero que actualmente están dominadas por el imperativo del lucro —incluidas las energías limpias, las infraestructuras vitales, las tecnologías sanitarias y la producción de alimentos— para reclamar la soberanía sobre los procesos de producción necesarios para nuestra supervivencia. A continuación, estas empresas podrían desarrollar planes de acción coordinados, para garantizar que los beneficios de la industrialización se distribuyan equitativamente por toda la región y se reinviertan equitativamente en sectores tradicionalmente infravalorados, como el de los cuidados. Al dar prioridad a las industrias estratégicas y a las cadenas de suministro fundamentales, estos esfuerzos coordinados pueden reducir la dependencia de las importaciones del Norte, garantizar unas vibrantes y resistentes redes de producción regionales, y avanzar hacia una transición ecológica justa. Forjar la senda de la política industrial en solitario entraña el riesgo de reducir el desarrollo a un juego de suma cero, pero coordinando los esfuerzos productivos, las naciones del Sur pueden participar en beneficios que superan con creces la suma de sus partes.

Comisión Laboral del Sur

Por la creación de una comisión laboral transnacional para frenar la carrera hacia abajo y defenderse contra la explotación de la mano de obra del Sur.

Para las empresas multinacionales, el Sur existe como una reserva casi ilimitada de trabajadores baratos, explotables y prescindibles. Las valientes luchas para resistir este modelo de explotación se han visto socavadas en todo momento por la intervención directa, por los ataques sistemáticos contra los movimientos de trabajadores y sus gobiernos aliados y, en la era neoliberal, por la capacidad del capital global libre de ataduras para obligar a las naciones del Sur a competir por sus inversiones, alimentando una carrera hacia abajo en los salarios y las normas laborales que perjudica a los trabajadores de todo el mundo. En la era de las cadenas de suministro globalizadas, las fuerzas del trabajo organizado deben construir poder a través de las fronteras. Cuando estos movimientos son débiles, están ausentes o desunidos, las naciones del Sur podrían coordinarse para construir la infraestructura necesaria para su coordinación. Una nueva Comisión Laboral del Sur —un foro para el desarrollo de políticas comunes compuesto por representantes de las principales partes interesadas de cada sector productivo, incluidos trabajadores, empresarios, comunidades afectadas y gobiernos nacionales— permitiría una forma de negociación colectiva en contextos en los que los sindicatos tradicionales se han debilitado o no pueden funcionar fácilmente. Catalizando la unificación de los trabajadores a través de las fronteras, esta Comisión podría instituir salarios mínimos sectoriales y normas laborales en coordinación con los gobiernos nacionales que podrían hacer cumplir dichos estándares. De este modo, la mano de obra del Sur podría empezar a conseguir una remuneración adecuada y protecciones laborales transfronterizas, abordar las marcadas desigualdades del mercado laboral en función del género y la raza, poner fin a la carrera hacia abajo y unirse contra el empobrecimiento de los trabajadores del Sur.

Alternativa Comercial del Sur

Por la retirada coordinada de los perjudiciales acuerdos comerciales y de inversión Norte-Sur, y el desarrollo de alternativas Sur-Sur.

Para las naciones del Sur, los acuerdos de "libre comercio" han demostrado ser la antítesis de la libertad. Los modos modernos de intercambio desigual se sustentan en una vasta y confusa red de acuerdos bilaterales y multilaterales de comercio e inversión que no están diseñados para facilitar un comercio mutuamente beneficioso, sino para hacer que las economías del Sur sean más fácilmente explotables por las empresas multinacionales. Estos acuerdos, que erosionan las normativas laborales, ambientales y sanitarias, alimentan la mutuamente destructiva carrera hacia abajo que enfrenta a las naciones del Sur en una competición por atraer a los inversores extranjeros, maximizando la vulnerabilidad de sus naciones al tiempo que restringen su capacidad para regular los flujos de capital, proteger las industrias nacionales o promover el desarrollo nacional. Para romper estos grilletes, las naciones del Sur podrían establecer pactos de rechazo a la firma de nuevos acuerdos comerciales y de inversión que contengan ciertas disposiciones perjudiciales, y coordinar su retirada de los acuerdos perjudiciales existentes, o la renegociación de los mismos, ejerciendo un poder colectivo para obtener mejores condiciones de negociación y seguridad frente a la amenaza de represalias unilaterales. En lugar de los onerosos acuerdos actuales, las naciones del Sur podrían desarrollar entre ellas modelos alternativos de acuerdos comerciales y de inversión que, al tiempo que faciliten la expansión del intercambio económico Sur-Sur, garanticen que el comercio sea un medio para alcanzar un fin de prosperidad compartida, y no el fin en sí mismo. Tales acuerdos alternativos podrían consagrar firmes normas laborales, ambientales y otras normas reguladoras, con niveles mínimos definidos y progresivos, defender los derechos de los gobiernos a promulgar políticas industriales y establecer controles de capital, y profundizar en las redes comerciales regionales. Mediante el desarrollo de normas más firmes en el intercambio económico Sur-Sur, estos acuerdos no sólo podrían servir de modelo para la proliferación de un nuevo tipo de política comercial, sino que también reforzarían la posición de las naciones del Sur a la hora de renegociar o sustituir los acuerdos existentes con el Norte. En lugar de los extractivos acuerdos de comercio e inversión Norte-Sur, los acuerdos Sur-Sur pueden contribuir a poner fin a la carrera hacia abajo e iniciar un nuevo ascenso hacia la cima.

III. Dinero, deuda y finanzas

La globalización prometía una economía mundial plana y sin fricciones, ciega al color y al continente. Las finanzas desenfrenadas serían el agente de cambio. Sin embargo, la vieja estructura colonial del orden económico internacional perdura hoy en día. Configurada por los intereses dominantes del Norte, la arquitectura del sistema financiero internacional sirve para asfixiar a las economías del Sur en la deuda, agotar sus recursos y mantener una jerarquía monetaria entre las economías más y menos "privilegiadas". Las naciones del Sur siguen soportando niveles insostenibles de deuda, con escaso control sobre las condiciones de los acuerdos de préstamo y prácticamente ninguna responsabilidad por parte de los acreedores. Los intentos de liberarse de esta arquitectura se han topado con la coerción económica, la presión política, la asfixia legalista o la violencia militar. Desde el repudio de deudas soberanas insostenibles, pasando por el rechazo de medidas coercitivas unilaterales, hasta el desarrollo de un régimen fiscal internacional justo, una reconstrucción integral de los sistemas monetarios y financieros internacionales es una condición previa para la prosperidad compartida.

Objetivos

Multilateralismo monetario

Que el sistema monetario internacional no conceda ningún privilegio exorbitante a ninguno de sus miembros, consagrando en cambio la soberanía monetaria efectiva de todos los Estados como condición previa de su autodeterminación, y la combinación de sus monedas como patrón internacional del sistema.

Insubordinación financiera

Que la tendencia a largo plazo de las finanzas del Norte a dominar el desarrollo del Sur invierta su curso, domando los flujos financieros internacionales y afirmando la primacía de la inversión planificada en lugar de acomodarse a los riesgos del capital extranjero sin escrúpulos.

Interdependencia desarmada

Que todos los Estados ejerzan un control colectivo sobre los circuitos de la economía mundial, eliminando el exceso de poder concedido a las naciones desarrolladas y a sus empresas privadas para vigilar, asfixiar y sacar provecho de la infraestructura financiera compartida.

Abundancia, no austeridad

Que ningún Estado se vea obligado a elegir entre el cuidado de su pueblo y un acceso justo a la financiación, apoyando a todos los Estados con programas sociales fuertes en lugar de paquetes de ajuste estructural punitivos que privilegian los beneficios del capital del Norte sobre el bienestar de los pueblos del Sur.

La deuda redefinida

Que las deudas soberanas impagables queden impagadas, no sólo liberando a las naciones del Sur de la carga perdurable de una deuda injusta e ilegítima, sino también redistribuyendo esa carga a las naciones del Norte que tienen la mayor responsabilidad histórica por el subdesarrollo de sus vecinos.

Justicia fiscal

Que se refunde el sistema fiscal internacional sobre los principios de divulgación, equidad y justicia, modificando el archipiélago mundial de paraísos fiscales para convertirlo en un terreno común de regulación y redistribución de las ganancias ocultas a los pueblos de los que han sido extraídos.

Medidas

Sistemas de pago para el Sur

Por el desarrollo de sistemas de pago multilaterales, basados en el Sur, como alternativa a la arquitectura económica mundial controlada por el Norte.

Los pagos transfronterizos se facilitan de forma abrumadora a través de instituciones basadas en las naciones del Norte y dominadas por ellas. Estos sistemas de mensajería, compensación y liquidación —funciones críticas de la arquitectura económica mundial— dotan al Norte de un poder estructural único que se ha convertido en un arma con la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, violando la soberanía del Sur, socavando su desarrollo y castigando a quienes se atreven a desafiar la jerarquía mundial. Es necesaria una nueva arquitectura de pagos. Sistemas de pago regionales o multilaterales alternativos, basados en los principios de igualdad soberana y no interferencia, facilitarían los pagos transfronterizos al tiempo que impedirían su cooptación con fines geopolíticos. Los inicios de un proyecto de este tipo ya existen: sistemas alternativos de mensajería financiera, compensación y liquidación ya están erosionando el monopolio de los sistemas de pago del Norte. La vinculación, expansión y fortalecimiento de estos sistemas sentaría las bases para la sustitución total de los sistemas basados en el Norte, sin perder las ventajas de la centralización y la escala. Los sistemas de pago creados y controlados por el Sur neutralizarían la amenaza de exclusión de los sistemas actuales, al tiempo que crearían la infraestructura necesaria para que florezca la integración económica Sur-Sur. La extensión digital de esta infraestructura a las economías locales podría reducir la costosa dependencia del efectivo y los problemas de liquidez en situaciones de crisis, como el actual asedio a Gaza, proporcionando un salvavidas a las poblaciones más marginadas.

Monedas alternativas

Por el desarrollo de unidades de cuenta alternativas y monedas comunes que desafíen la hegemonía del dólar estadounidense.

El dólar estadounidense encabeza la jerarquía monetaria mundial. El poder estructural único del dólar, con otras monedas del Norte desempeñando un papel de apoyo, somete a las naciones del Sur a los caprichos de los ciclos monetarios extranjeros, limita su capacidad de aplicar una política monetaria independiente y las hace vulnerables a las medidas coercitivas unilaterales impuestas por los emisores de las monedas dominantes. Aunque pueden tomarse medidas individuales para protegerse de ciertos efectos del dominio del dólar, acabar con la hegemonía de las monedas del Norte a largo plazo exigirá que las naciones del Sur cooperen en el desarrollo de alternativas. Los acuerdos para denominar el comercio regional en las monedas locales existentes o en nuevas unidades de cuenta comunes, la expansión del uso de los Derechos Especiales de Giro u otras alternativas monetarias multilaterales, las aspiraciones más ambiciosas de desarrollar monedas comunes, circulables y de uso comercial —cada una de estas medidas, algunas de las cuales ya están en formación, marca un paso hacia la desdolarización. El dólar estadounidense no será destronado sin un contrincante; aunque tal alternativa no pueda crearse de la noche a la mañana, estas medidas de cooperación, adoptadas a escala regional y en todo el Sur, contribuirían a erosionar el poder singular del dólar y a sentar las bases de alternativas estables, soberanas y orientadas al desarrollo. No hay soberanía del Sur sin soberanía monetaria, y no hay soberanía monetaria sin el desarrollo de monedas alternativas creíbles.

Calificaciones crediticias multilaterales

Por la creación de agencias multilaterales de calificación crediticia (ACC) lideradas por el Sur para desafiar el poder estructural de las ACC dominantes.

Con sede en el Norte y de propiedad privada, las principales agencias de calificación crediticia ostentan el poder único y antidemocrático de definir la "solvencia" de las naciones del Sur. El acceso a la financiación, ya sea asequible o no, se concede o deniega según los caprichos de un triunvirato que no rinde cuentas y que maneja su definición de riesgo y solvencia de acuerdo con las necesidades del capital del Norte y su voraz afán por explotar la riqueza del Sur, incluso a expensas de la estabilidad y la rentabilidad a largo plazo. Una agencia de calificación crediticia multilateral alternativa basada en el Sur, o varias agencias de calificación crediticia de este tipo, establecidas a nivel regional o bajo los auspicios de la ONU desafiarían a este oligopolio, evaluando la solvencia crediticia en el contexto de los objetivos a largo plazo de prosperidad compartida y desarrollo sostenible, mitigando las tendencias especulativas y procíclicas de las agencias de calificación crediticia privadas, alineando los calendarios de evaluación crediticia con los calendarios de desarrollo, contrarrestando los sesgos estructurales contra las naciones en desarrollo y las vías de desarrollo soberano dirigidas por el Estado, e incorporando las necesidades climáticas y sociales en el cálculo del riesgo crediticio. Aunque las agencias multilaterales de calificación crediticia del Sur son insuficientes por sí solas para desbancar a las principales agencias de calificación crediticia existentes, la adopción de evaluaciones alternativas serviría para desvirtuar su instrumentalización de la "solvencia" y abriría la puerta a la financiación del desarrollo soberano en condiciones favorables para el Sur.

Clubes de deudores

Por la formación de un "Club" de naciones deudoras para reforzar el poder de negociación colectiva y renegociar los términos y condiciones del endeudamiento y el servicio de la deuda soberana.

En la actualidad, las naciones del Sur se enfrentan a una crisis de la deuda cada vez más profunda, con otra década perdida en el horizonte. En conjunto, el Sur paga ahora más por el servicio de la deuda que lo que recibe en ayuda al desarrollo. Esta carga de la deuda no se eliminará voluntariamente sino que debe rechazarse colectivamente. Aunque algunas naciones individuales han repudiado valientemente deudas odiosas, la acción solitaria deja a las naciones de vanguardia vulnerables a las represalias. Al igual que las naciones acreedoras han formado organismos comunes para aumentar su influencia sobre los deudores, las naciones deudoras podrían cooperar para mitigar los riesgos de represalias selectivas y cambiar el equilibrio de poder entre deudores y acreedores soberanos. Como dice el refrán: "Si le debes al banco un millón de dólares, el banco es tu dueño. Si le debes al banco 100 millones de dólares, tú eres el dueño del banco". El club de deudores aplica esta lógica a escala mundial. Mediante el intercambio de información, la alineación de las posiciones negociadoras y la amenaza de un impago coordinado, un club o clubes de deudores no sólo conseguirían mejores condiciones de reestructuración de la deuda, sino que podrían ayudar a impulsar la realización de las demandas del Sur de un mecanismo independiente y permanente de resolución de la deuda soberana, y cambiar el equilibrio de poder más amplio entre el Norte y el Sur en ámbitos como el comercio y la tecnología.

Marco fiscal

Por la coordinación de la fiscalidad en todo el Sur para proteger contra la evasión y elusión fiscales y la carrera mundial hacia abajo.

Cada año se pierden billones de dólares por la elusión y la evasión fiscal. Un sistema fiscal mundial fracturado, diseñado por y para el capital del Norte, permite que la riqueza del Sur se desvíe hacia arcas ocultas mientras que la competencia por atraer capitales poco exigentes alimenta una carrera hacia abajo de los tipos impositivos, erosionando los ingresos públicos a escala mundial. En el Norte se concentra la mayoría de los evasores y elusores corporativos, las redes de instituciones jurídicas y financieras que los posibilitan y muchas de las jurisdicciones secretas y de baja tributación perjudiciales. La influencia sobre la política fiscal mundial sigue concentrada en manos del club de las naciones ricas que se resiste a los esfuerzos por democratizar el proceso de coordinación fiscal mundial. Las iniciativas lideradas por las naciones del Sur para tomar las riendas de la política fiscal y construir alternativas equitativas y globales a través del sistema de Naciones Unidas tienen un valor incalculable. El actual impulso a favor de un Convenio Marco, liderado por el Grupo Africano, promete un régimen fiscal nuevo y más completo en el que las naciones en desarrollo tendrían el mismo estatus y plena participación. Junto a estos esfuerzos, las naciones del Sur pueden avanzar hacia un sistema fiscal justo, reforzando los esfuerzos de intercambio de información para identificar y reprimir la evasión fiscal, estableciendo registros multilaterales de beneficiarios reales para localizar la riqueza oculta y desarrollando acuerdos regionales e internacionales para estandarizar la política fiscal, armonizar la recaudación de ingresos en todas las jurisdicciones con presencia económica significativa y alinear los tipos impositivos mínimos.

Bancos de Desarrollo del Sur

Por un floreciente ecosistema de bancos de desarrollo del Sur y acuerdos de provisión de liquidez como alternativas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.

Las instituciones de Bretton Woods no serán reformadas, deben ser suplantadas. El Banco Mundial y el FMI utilizan su posición única en la arquitectura económica mundial para imponer la voluntad de sus patrocinadores del Norte a las economías del Sur. Endeudamiento, austeridad, privatización, desregulación: el reinado monopolístico de estas instituciones dominadas por el Norte ha provocado décadas de destrucción en todo el Sur. Aunque los esfuerzos por reformar la gobernanza de estas instituciones son valiosos, los intereses del capital del Norte seguirán prevaleciendo hasta que existan verdaderas alternativas. El nacimiento del Nuevo Banco de Desarrollo, por ejemplo, representa un paso histórico no sólo para las naciones BRICS, sino también para las naciones del Sur a las que pretende ayudar con su financiación del desarrollo. Sin embargo, estos esfuerzos se han visto limitados en su alcance y en sus recursos. Para construir verdaderas alternativas a las instituciones de Bretton Woods —alternativas arraigadas en la soberanía económica y la cooperación mutua— deben multiplicarse las instituciones multilaterales de financiación del desarrollo y provisión de liquidez lideradas por el Sur, expulsando las viejas condicionalidades de las instituciones del Norte y desvinculándose de los imperativos del capital del Norte. Aunque la construcción de alternativas creíbles al FMI y al Banco Mundial requerirá considerables contribuciones financieras de las naciones del Sur, dichas contribuciones ofrecerán un retorno de la inversión que no se puede encontrar en ningún otro lugar: el fin del dominio singular del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Servicios de remesas soberanas

Por la creación de una institución pública y multilateral que facilite de forma económica y segura el flujo de remesas.

Cada año, cientos de miles de millones de dólares fluyen del Norte al Sur en forma de remesas. Ganadas con esfuerzo por los emigrantes —separados de sus patrias del Sur y a menudo explotados como mano de obra barata para los empleadores del Norte—, los flujos mundiales de remesas triplican hoy en día a los de "ayuda" exterior y en muchos casos desempeñan una función indispensable en sus economías de origen. Sin embargo, esta savia vital de las economías del Sur fluye por arterias poco fiables. Los giros postales, las transferencias de efectivo, las transferencias electrónicas —las funciones que facilitan el flujo de remesas— están dominadas por instituciones financieras privadas con sede en el Norte. Estas instituciones cobran comisiones exorbitantes y cooperan plenamente con las potencias del Norte en la militarización de las finanzas mundiales. Sin embargo, una institución pública de remesas del Sur podría ofrecer una alternativa. Actuando por el bien público y no por las ganancias privadas, una institución multilateral del Sur podría facilitar el flujo de remesas a bajo costo o gratuitamente, financiándose mediante contribuciones públicas y beneficiándose de la escala que ninguna institución nacional podría alcanzar. Si bien una institución de este tipo podría cumplir con las regulaciones financieras de los países emisores de remesas, podría tratar de limitar el sobrecumplimiento de sus políticas de sanciones —exceso de cumplimiento que hoy aqueja a las instituciones del Norte, temerosas de poner en peligro sus beneficios por entrar en conflicto con medidas coercitivas. Las remesas no son una actividad financiera marginal sino un componente básico de muchas economías del Sur, y pueden ser la clave para lograr una participación mayor y más equitativa de todos los sectores de la sociedad en la economía. Una institución multilateral de remesas del Sur pondría esta actividad del Sur en manos de los ciudadanos del Sur.

IV. Tecnología, innovación y educación

El conocimiento es el motor de la prosperidad humana. No obstante, en la era actual del poder monopólico y los conglomerados multinacionales, la producción, difusión y aplicación del conocimiento se ven limitadas por un régimen de "propiedad intelectual" y secretismo que concentra la capacidad de innovación y los beneficios del conocimiento coproducido a nivel mundial en un estrecho sector del Norte. El Sur debe desarrollar sus propias instituciones para la producción de conocimiento y la innovación tecnológica al servicio del bienestar social y ecológico. Las naciones del Sur pueden trabajar colectivamente para contrarrestar las barreras que suponen las leyes de propiedad intelectual y los secretos comerciales, facilitar la libre transferencia de tecnologías emergentes y esenciales a través de las fronteras, llevar a cabo ambiciosos programas universales de educación pública y alfabetización, establecer instituciones de investigación y formación financiadas con fondos públicos y compartir los beneficios obtenidos por estas instituciones, con el fin de fomentar un entorno sólido para la innovación al servicio del bien público y planetario.

Objetivos

Conocimiento descolonizado

Que el sistema de producción de conocimientos facilite el desarrollo compartido y equitativo, invirtiendo la fuga de talentos del Sur hacia las instituciones del Norte para construir ecosistemas locales de desarrollo de conocimientos resistentes y sólidos, nutriendo en lugar de suprimiendo sus formas autóctonas.

Innovación democratizada

Que todas las naciones y pueblos dispongan de las herramientas para impulsar la innovación tecnológica, sin trabas por el sistema de "propiedad intelectual" que concentra en exceso la capacidad innovadora y pervierte sus prioridades con fines letales.

Solidaridad de datos

Que las instituciones del sistema científico internacional faciliten una mayor colaboración entre Estados, universidades y pueblos, compartiendo los frutos de los descubrimientos a través de las fronteras en lugar de restringirlos en función de la "seguridad nacional" o las ganancias privados.

Soberanía tecnológica

Que todos los Estados se aseguren la soberanía tecnológica como condición previa de su autodeterminación, como herramienta para su desarrollo sostenible y como medio para gestionar los riesgos geopolíticos en una era de interdependencia armamentística.

Armonía ecológica

Que la búsqueda de la innovación nunca se haga a costa del planeta y su biosfera sino que armonice los sistemas de desarrollo, aplicación y gestión tecnológicos con los ecosistemas compartidos de todas las naciones y pueblos.

Medidas

Investigación y desarrollo

Por la eliminación de los monopolios corporativos sobre el conocimiento esencial y el desarrollo coordinado de alternativas del Sur.

La tecnología tiene el potencial de ayudar a liberar a la humanidad. No obstante, en la actualidad, como demostraron claramente la pandemia del Covid-19 y la actual catástrofe climática, las tecnologías con el poder de impulsar el desarrollo y salvar vidas se acaparan en aras del lucro privado. En nombre del incentivo a la innovación, la legislación internacional sobre propiedad intelectual —encarnada en la labor de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio y una multitud de acuerdos de "libre comercio" a nivel regional y bilateral— segrega el acceso a tecnologías críticas entre quienes pueden y quienes no pueden permitirse pagar precios de monopolio. Cuando estas tecnologías son necesarias para hacer frente a las crisis mundiales, no sólo el Sur sufre las consecuencias. Para descolonizar este conocimiento debe transformarse el sistema de "propiedad intelectual" tal y como existe en la actualidad. Las naciones del Sur podrían avanzar en este objetivo exigiendo colectivamente una reforma y coordinando la retirada de restricciones legales clave como los ADPIC y el Tratado de Cooperación en materia de Patentes de la OMPI. En lugar de los monopolios del Norte, las naciones del Sur pueden trabajar juntas para poner en común recursos y capacidades para el desarrollo de tecnologías esenciales para el bien público, incluyendo medicinas y equipamiento médico, tecnologías verdes, tecnología de preparación para desastres y tecnologías de punta como la inteligencia artificial. Una o varias organizaciones multilaterales de tecnologías esenciales del Sur podrían identificar los ámbitos de conocimiento en evolución que deben hacerse públicos, invertir en soluciones alternativas que satisfagan las necesidades del Sur, desarrollar políticas coordinadas para disuadir de albergar secretos comerciales perjudiciales e incentivar la transferencia de tecnología del Norte al Sur, y diseñar mecanismos para facilitar la divulgación, difusión y reparto de ganancias. Juntas, las naciones del Sur pueden rechazar el acaparamiento de tecnología esencial y garantizar que la innovación esté al servicio de la liberación humana, no del lucro corporativo.

Infraestructura digital pública

Por el desarrollo coordinado de infraestructuras digitales públicas frente al monopolio de las multinacionales.

La infraestructura digital es tan fundamental para las economías del siglo XXI como lo fue la infraestructura física en el siglo XX. Carreteras, puentes, tuberías y líneas eléctricas se unen al software, el hardware y los centros de datos como bienes públicos esenciales. Estos últimos, sin embargo, están actualmente controlados de forma abrumadora por un pequeño puñado de gigantes corporativos con sede en el Norte. Además de generar costos exorbitantes, esta dependencia de la infraestructura digital del Norte hace que las naciones del Sur sean vulnerables a la interferencia del Norte y profundiza las dependencias que obstaculizan el crecimiento tecnológico. Aunque el desarrollo de infraestructuras alternativas puede resultar prohibitivo para las naciones individuales, la coordinación permitiría obtener beneficios de escala, reducir redundancias y compartir costos. De propiedad pública, gestionada multilateralmente y, en la medida de lo posible, de código abierto, una infraestructura digital pública del Sur distribuiría los costos de la enorme inversión necesaria y garantizaría suficiente potencia de procesamiento, almacenamiento y disponibilidad de otros servicios informáticos. También podría garantizar la conectividad de las poblaciones de los territorios ocupados, como Palestina, aislándolas de las vulnerabilidades de la coerción del Norte. Al mismo tiempo, el Sur puede adoptar un conjunto combinado de acciones para fomentar la solidaridad de datos, que implica compartir datos para la investigación pública y el bien común como alternativa a la vigilancia de datos con fines lucrativos. Las libertades individuales requieren bienes colectivos que pueden hacerse realidad mediante una regulación, gobernanza e intercambio de datos adecuados. Por ejemplo, los datos sanitarios anonimizados podrían ayudar a hacer frente a pandemias y otras crisis sanitarias mundiales. Del mismo modo que ceder las infraestructuras físicas a un oligopolio de empresas multinacionales del Norte supondría una amenaza inaceptable para la independencia del Sur, las infraestructuras digitales del Sur no deberían quedar en manos privadas del Norte. La lucha por la soberanía debe incluir la soberanía digital.

Acreditación y formación

Por la creación de un sistema internacional de acreditación y formación laboral en todo el Sur, que incluya credenciales normalizadas, redes de investigación, aprendizaje remunerado, centros de formación laboral y financiación pública para pequeños empresarios.

El talento no tiene fronteras. Sin embargo, los horizontes para el avance educativo y el desarrollo industrial en el Sur son restringidos. Sin opciones nacionales de educación avanzada y empleo, muchos trabajadores calificados y académicos se ven obligados a emigrar al Norte en busca de acreditaciones prestigiosas y a menudo nunca regresan para contribuir al proyecto nacional. Una institución de acreditación, certificación y formación del Sur podría frenar la "fuga de cerebros" facilitando la el carácter transferible de certificaciones y credenciales profesionales, aumentando la credibilidad mundial de las instituciones educativas del Sur, fomentando el desarrollo de capacidades y promoviendo la inversión en instituciones educativas y empresas económicas del Sur, con especial atención a las mujeres y las minorías vulnerables. Estas instituciones pueden desarrollar aún más sus capacidades mediante la creación de redes de investigación Sur-Sur, poniendo en común recursos, coordinando los programas de investigación, compartiendo los resultados de la investigación y difundiendo los beneficios para el bien público y no para el lucro privado. Estos institutos también podrían crear centros de formación laboral en los que trabajadores calificados de cada país anfitrión formaran a trabajadores de todo el Sur en sectores específicos (por ejemplo, sanidad, energías limpias, agroecología y construcción) con el objetivo de transmitir estos conocimientos para facilitar el crecimiento económico en las naciones menos industrializadas. De este modo, las nuevas redes de educación y formación pueden promover el desarrollo en todo el Sur y frenar la fuga de trabajadores calificados y académicos, invirtiendo en alternativas autóctonas a las instituciones dominantes del Norte: educación del Sur, para los pueblos del Sur, por los pueblos del Sur, en beneficio del Sur.

Agencia de Regulación Sanitaria

Por la creación de una agencia sanitaria y de bioseguridad del Sur para salvar vidas y reducir la dependencia de las instituciones sanitarias del Norte.

La elaboración y evaluación de normas sanitarias para alimentos, medicamentos, cultivos y otros productos bioquímicos es una función esencial tanto de la salud pública como de la innovación tecnológica. Pero los costos prohibitivos, las ventajas de la escala y los intereses arraigados han dejado las riendas de la regulación sanitaria casi exclusivamente en manos del Norte, distorsionando incentivos y consolidando prejuicios contra los actores del Sur. Si bien el desarrollo de alternativas puede sobrecargar el presupuesto y las capacidades de muchas naciones individuales, una agencia transnacional de salud y bioseguridad del Sur construida mediante el esfuerzo colectivo de las naciones del Sur, podría funcionar en beneficio colectivo del Sur. Una agencia de este tipo, o una red de agencias regionales, podría servir a los intereses de toda la población poniendo en común recursos y capacidades, coordinando normas y adquiriendo la escala necesaria para realizar evaluaciones adecuadas de las repercusiones sobre la salud y la seguridad. Esta agencia se basaría en la puesta en común de conocimientos, competencias y recursos para publicar normas, protocolos y reglamentos de salud pública y laboral en todos los sectores y cadenas de suministro, desde la extracción a la producción, el consumo y la eliminación. La agencia también facilitaría la inversión conjunta y la innovación, así como la producción y difusión de tecnologías médicas y sanitarias esenciales para proteger y promover el bienestar de bebés, niños, madres, minorías sexuales y de género, ancianos y discapacitados en todo el Sur. De este modo, una agencia conjunta de regulación sanitaria garantizaría la seguridad de los pueblos y las ecologías del Sur, al tiempo que facilitaría el desarrollo de las biotecnologías del Sur, salvando vidas, fomentando las aspiraciones de desarrollo soberano y desmantelando las jerarquías globales existentes.

Incubadora de Innovación Sostenible

Por la administración de un fondo multilateral común destinado a conceder préstamos, subvenciones y ayudas a la investigación y aplicación de tecnologías emergentes ecológicamente sostenibles.

Los horizontes de la innovación tecnológica trascienden hoy los límites de las posibilidades antes imaginadas. Sin embargo, esta innovación, su control y sus beneficios se concentran en manos de unas pocas corporaciones con sede en el Norte, sofocando el potencial de producción de conocimiento del Sur. Este monopolio del Norte sobre la producción mundial de conocimiento —desde la inteligencia artificial hasta la energía limpia— ha exacerbado las crisis ecológicas en todo el Sur, al tiempo que ha restringido la capacidad de las naciones del Sur para responder eficazmente a estas crisis. Para recuperar la soberanía sobre la producción de conocimiento, las naciones del Sur podrían crear un fondo común para promover la investigación y la aplicación de tecnologías innovadoras que fomenten el desarrollo humano junto con la restauración ecológica y la sostenibilidad. Dicho fondo ofrecería subvenciones, préstamos y premios a investigadores y productores de tecnologías emergentes de todo el Sur para investigar y aplicar estrategias eficaces de mitigación, adaptación y resiliencia climáticas. Al promover la producción autóctona de conocimientos y el desarrollo de tecnologías sostenibles, las naciones del Sur pueden ejercer colectivamente su soberanía al tiempo que se protegen contra la crisis climática: descarbonización por descolonización.

V. Gobernanza, Multilateralismo y Derecho Internacional

El orden internacional existente traiciona los principios universales e igualitarios que dice defender. La ONU consagró el principio de igualdad soberana, pero el sistema multilateral concentra hoy el poder en manos de las naciones del Norte, que abusan de su poder de veto y de su fuerza militar para erosionar los principios del derecho internacional. Las naciones del Sur pueden y deben actuar colectivamente para reconstruir el sistema multilateral y resucitar los principios consagrados en la Carta de la ONU, ejerciendo su influencia colectiva tanto para forzar reformas democráticas de las instituciones internacionales como para forjar instituciones alternativas que refuercen la capacidad de resistencia soberana de las naciones del Sur para responder a las agresiones extranjeras.

Objetivos

Igualdad soberana

Que el nuevo orden económico internacional se fundamente en el pleno respeto de la igualdad soberana entre los Estados y la autodeterminación de todos los pueblos como condición previa para su desarrollo social y la paz de las generaciones presentes y futuras.

Integridad jurídica

Que el sistema de derecho internacional prospere sobre la base de la igualdad y la universalidad, sin sujeción a ningún estado de excepción, privilegio o exención, sino que se aplique con rigor y equidad para el desarrollo de todas las naciones y la paz entre todos los pueblos.

Multilateralismo democrático

Que las instituciones de gobernanza económica mundial no sólo cuenten con la participación plena y efectiva de todas las naciones en la solución de los problemas económicos mundiales, sino que también lo hagan sobre la base de su igualdad de voz y voto en la búsqueda de esas soluciones.

Diálogo y diplomacia

Que la belicosidad del imperio sea frenada por la práctica y el principio del diálogo y la diplomacia, ahogando el redoble de los tambores de guerra con un nuevo movimiento internacional de descolonización, desarme y desmilitarización en todo el mundo.

Unidad del Sur

Que los Estados del Sur identifiquen de nuevo sus intereses comunes y su destino compartido, y actúen unidos sobre ellos para hacer realidad el sueño compartido de paz, justicia y desarrollo para el bienestar de todos los pueblos.

Medidas

Erradicación del ISDS

Por la retirada coordinada del los sistemas de solución de diferencias entre inversores y Estados y la creación de un tratado alternativo que vincule el comportamiento de las empresas multinacionales.

El sistema de solución de diferencias entre inversores y Estados o ISDS (por sus siglas en inglés) es una de las formas más puras de neocolonialismo en la actualidad, consagrando los intereses del capital transnacional a expensas de la soberanía estatal, el bienestar ecológico y las necesidades humanas. Incluso las naciones del Norte han reconocido cada vez más los peligros de sus preceptos y se han quitado de encima su carga. No obstante, como suele ocurrir, el Sur no goza de las mismas libertades. Como han demostrado algunos gobiernos pioneros, es posible retirarse unilateralmente del sistema ISDS, abandonando sus convenciones y terminando o renegociando los tratados de comercio e inversión en los que se encuentra. Sin embargo, la acción en solitario deja a estas naciones de vanguardia expuestas a ser señaladas tanto para las represalias legales como para la disciplina del mercado. Sin embargo, coordinar el momento de la retirada —mediante acuerdos privados o pactos de retirada multilaterales— ayudaría a proteger a cualquier país de ser objeto de represalias, al tiempo que maximizaría el impacto del golpe a un sistema que está expirando. Liberados de la carga del ISDS, las naciones del Sur podrían desarrollar en su lugar un nuevo tratado vinculante sobre el comportamiento de las empresas multinacionales, como muchas ya están haciendo dentro del sistema de la ONU. Un tratado así invertiría la lógica quebrada de las ganancias por encima de la soberanía del sistema ISDS, prohibiendo los excesos de la búsqueda de lucro, consagrando la primacía de la formulación de políticas soberanas y subordinando los intereses empresariales al bienestar a largo plazo de las personas y el planeta.

Programa Unificado de Desarme

Por la utilización de la influencia colectiva del Sur para impulsar una agenda mundial de desarme.

Cada año se consume un porcentaje desmesurado de los escasos recursos mundiales —humanos, fiscales y ecológicos— en el intento de mantener el ritmo en la desbocada carrera armamentística mundial que nadie puede ganar. La militarización del Sur se ve alimentada a su vez por el intento desesperado de defenderse del dominio abrumador y la violencia sin vacilaciones del Norte. El Sur puede, y debe, construir en su interior una zona de paz pero no puede desarmarse unilateralmente. En cambio, el Sur puede ejercer pacíficamente su poder colectivo, en todos los puntos de presión disponibles, para hacer avanzar una agenda de desarme mundial. El artículo 26 de la Carta de las Naciones Unidas, por ejemplo, ordena "la menor desviación posible de los recursos humanos y económicos de la tierra hacia los armamentos" y asigna la regulación de los armamentos como una responsabilidad clave del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, un principio que ha sido incumplido en innumerables ocasiones, incluyendo más recientemente el actual asalto a Gaza. Para contrarrestar la actual carrera armamentística, los Estados del Sur elegidos como miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, pueden unirse para volver a incluir el Artículo 26 en la agenda del Consejo y presionar a los miembros permanentes para que cumplan sus obligaciones en virtud de este artículo. Una agenda de desarme unificada también podría impulsar la reducción mutua de los arsenales nucleares, la aplicación equitativa de las prohibiciones de armas indiscriminadas como las municiones de racimo y el fósforo blanco, y el establecimiento de tratados que impidan la militarización del espacio exterior. Alcanzar las aspiraciones de desmilitarización mundial es quizás una esperanza lejana, pero es una esperanza de la que depende la realización de cualquier verdadera agenda para un orden mundial más equitativo, próspero y pacífico.

Servicios Jurídicos del Sur

Por la coordinación de las capacidades e intervenciones jurídicas para defender y transformar el derecho internacional.

"Ninguna nación está por encima de la ley", aunque es un estribillo común y una aspiración digna, no es la realidad del sistema jurídico internacional actual. Mientras predican el evangelio del orden basado en normas, las pocas y poderosas naciones del Norte, y sus clientes y aliados, violan impunemente el derecho internacional. Sin embargo, como han demostrado los últimos acontecimientos, el Sur puede intervenir para exigir responsabilidades. En lugar de adoptar medidas ad hoc en casos extremos, el Sur puede desarrollar de manera proactiva las instituciones y capacidades necesarias para que esas intervenciones jurídicas sean contundentes y sistemáticas. Reforzar los lazos entre las instituciones de formación jurídica para desarrollar el capital humano y acabar con la dependencia de los abogados del Norte, poner en común recursos y capacidades y coordinar intervenciones jurídicas solidarias en casos de violaciones de la soberanía del Sur, y establecer una fuerza jurídica multilateral permanente diseñada para aprovechar los foros existentes para exigir responsabilidades a las naciones del Norte por sus flagrantes violaciones del derecho internacional: aunque ni siquiera estas medidas puedan eliminar la impunidad del Norte, la fuerza unida del Sur puede sacar a la luz las injustificadas violaciones del derecho internacional por parte del Norte y exigir una medida de rendición de cuentas muy necesaria.

Desobediencia para la democratización

Por la consolidación de los bloques de voto del Sur para exigir la democratización de los foros multilaterales.

La inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo proceden del Sur. Sin embargo, las instituciones que dan forma a nuestro mundo están dominadas por un puñado de gobiernos del Norte. A pesar de la elevada retórica sobre la toma de decisiones democrática y los ordenamientos basados en normas, las normas se siguen elaborando en el Norte, para el Norte. No obstante, esta desigualdad de voz y voto se ve exacerbada por las divisiones del Sur. Como ha demostrado la historia, el Sur puede ejercer su poder incluso en un campo de juego inclinado, pero sólo si actúa como uno solo. La revitalización de foros existentes como el G77 en la ONU, la consolidación de bloques de voto más firmes capaces de bloquear las agendas del Norte en instituciones como el FMI, el desarrollo de acuerdos solidarios para que los miembros del Sur en el Consejo de Seguridad de la ONU sólo actúen en nombre del consenso del Sur, la desobediencia coordinada de los vetos del Consejo de Seguridad que contravengan el consenso global, y más. Si se unen, las naciones del Sur no sólo pueden obtener mejores resultados de los foros de gobernanza mundial existentes en la actualidad, sino que pueden ejercer su fuerza colectiva para exigir la democratización de las mismas instituciones. Aunque los intereses del Sur no son homogéneos, todos tienen interés en desarrollar una gobernanza mundial que no pueda ser usurpada por unos pocos, sino que represente las necesidades de la mayoría del mundo.

Fondo del Sur para la Protección Social

Por la creación de un fondo para cerrar las brechas de financiación de la protección social en el Sur: la solidaridad internacional al servicio de la universalización de las protecciones sociales.

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), negociado tras la descolonización e intermediado por la diplomacia del Sur, obliga a todos los Estados a proteger a sus poblaciones de la pobreza extrema y la inseguridad social, y a garantizar que todas las personas puedan vivir con dignidad. Sin embargo, el legado del colonialismo ha dejado a muchas naciones del Sur con Estados sin recursos suficientes y con una capacidad limitada para cumplir estas promesas. El artículo 2 del PIDESC reconoce esta injusticia histórica y ordena la cooperación internacional para proporcionar asistencia material y técnica a las naciones en desarrollo, una disposición que capacita a las naciones del Sur para exigir no sólo préstamos para el desarrollo, sino derechos. Esta obligación sigue siendo ignorada en gran medida por las naciones del Norte, y muchos países ricos aportan mucho menos que los niveles de ayuda oficial al desarrollo a los que se comprometieron en 1970. La creación de un Fondo del Sur para la Protección Social pondría en práctica el espíritu del Artículo 2, proporcionando una ayuda financiera previsible y plurianual a las naciones del Sur. El Fondo ayudaría a las naciones del Sur a establecer y mantener unos niveles mínimos de protección social determinados a nivel nacional, garantizando el acceso de su población a la seguridad de los ingresos básicos, las pensiones de vejez, las prestaciones de maternidad, los subsidios infantiles y la asistencia sanitaria. Este Fondo se basaría en miembros del Sur Global con buenos recursos para proporcionar financiación específica para las protecciones, produciendo beneficios que trasciendan las fronteras. Una estructura de gobierno verdaderamente democrática y una gestión independiente incentivarían la participación de una amplia coalición de actores del Sur. A través de la cooperación y la solidaridad internacionales, el Fondo del Sur ofrecería una vía para reparar la devastación del colonialismo y el neocolonialismo, incluido el apoyo a los procesos de reconstrucción de territorios devastados como la actual Franja de Gaza, dotando a las naciones del Sur de un mayor espacio fiscal y de los recursos necesarios para mantener las protecciones sociales para su población.

Jurisdicción universal coordinada

Por un uso coordinado de la jurisdicción universal para exigir responsabilidades a los autores de genocidio y otros crímenes contra la humanidad.

El sistema jurídico internacional, a pesar de su compromiso con la justicia, sigue sin conseguir que los Estados poderosos y sus aliados rindan cuentas por las graves violaciones del derecho internacional. Los prejuicios estructurales siguen omnipresentes en sus instituciones, procesos y mecanismos. Incluso cuando las instituciones jurídicas internacionales fallan a favor de los Estados del Sur, los mecanismos internacionales de aplicación de la ley siguen siendo incapaces de impedir que los Estados del Norte se protejan a sí mismos y a sus aliados, como demuestra la última sentencia de la Corte Penal Internacional sobre el genocidio en curso en Palestina. Las órdenes de detención dictadas por la Corte Penal Internacional contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, no han conducido a sus detenciones y han hecho poco por impedir la embestida israelí. Las naciones del Sur pueden aprovechar la jurisdicción universal —un principio jurídico que ayuda a superar las lagunas jurisdiccionales en el ordenamiento jurídico internacional para hacer rendir cuentas a los autores de crímenes de lesa humanidad, genocidio y violaciones graves de la Convención de Ginebra— como mecanismo coordinado para procesar a los criminales de guerra en sus territorios. Varios gobiernos han demostrado que es posible ejercer unilateralmente la jurisdicción universal para procesar a los infractores del derecho internacional, garantizando que ningún infractor escape a la justicia, independientemente del poder político o la geografía. Sin embargo, actuar en solitario expone a estos Estados a presiones políticas, represalias económicas y aislamiento diplomático. Una estrategia coordinada y multilateral por parte de los Estados del Sur para ejercer la jurisdicción universal —especialmente en casos de horribles violaciones de los derechos fundamentales como las que el mundo ha presenciado recientemente en Palestina, Sudán y el Congo– reforzaría el impacto de estos esfuerzos, al tiempo que proporcionaría protección frente a las represalias. Mediante el compromiso colectivo de ejercer la jurisdicción universal para trascender las limitaciones del derecho internacional, que sigue obstaculizado por intereses geopolíticos, las naciones del Sur pueden hacer operativa su solidaridad con el pueblo palestino y otros pueblos del mundo que resisten a las potencias coloniales.

Conclusión

El Grupo de La Habana,

Reconociendo la emergencia que nos llama colectivamente a la acción, en la combinación de la aceleración de la crisis ecológica, la desaparición de las perspectivas de desarrollo y la escalada del riesgo de guerra mundial;

Reiterando la promesa de un Programa de Acción audaz y ambicioso, con medidas concretas para lograr un desarrollo soberano y mantener la coexistencia pacífica;

Comprendiendo la oportunidad de su aplicación en el interregno actual, con el viejo orden económico internacional en avanzado estado de decadencia y un nuevo orden a la espera de ser construido,

Llama a:

Llevar el Programa a casa, transportando sus propuestas a todas las naciones, y plantando su semilla en cada comunidad que llamamos hogar;

Dar vida al Programa, manteniendo la coalición forjada en el proceso del NOEI 1974-2024 para implementar las acciones coordinadas que son la condición previa para la construcción de un nuevo orden económico internacional;

Construir el bloque más amplio, haciendo un llamado a todas las naciones y pueblos para que se unan a esa coalición y hagan realidad su visión compartida de paz y prosperidad;

Romper la Línea de Brandt, avanzando en unidad hacia el horizonte de la verdadera liberación económica, donde la dominación del Norte ceda finalmente el paso al sueño de una coexistencia pacífica y próspera entre todos los pueblos.

Available in
EnglishChinese (PRC)Spanish
Translators
Andrei Salcedo Grebechov and Maria Inés Cuervo
Published
08.11.2024
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